El canto de Nápoles es otro regalo de Reyes de este año, dos CD de música napolitana que trajeron mis hijas desde la ciudad italiana que son parte de una colección de grandes intérpretes y que ya he escuchado con devoción, pues las melodías e interpretaciones de Domenico Modugno y Mirna Doris son eternas. Disfrutando de esa exquisita música, recordé a otro de los grandes expertos de este género, Nicola di Bari, un tipo alto, desgarbado, con gafitas de intelectual, que cantaba despacio, suave y con mucha sensibilidad, acompañado siempre de su guitarra, mostraba una voz sencilla pero penetrante. Fue muy conocido internacionalmente y una de esas preciosas canciones que interpretaba lleva precisamente el título del presente comentario.

Por otra parte, mi entrañable amigo Gustavo de Deportes Salud me manda todos los días fotos y vídeos a través de la aplicación de mensajería instantánea. Gran invento el wasap. Uno de esos archivos hace mención a la eterna disyuntiva de la felicidad, y se ve a una señora mayor que habla a la tumba de su marido. Le comenta lo preocupada que está por su nieta, pues se comporta de forma arisca y esquiva, y no sabe si será por los estudios, los amoríos o el carácter rebelde como cualquier chica de su edad. La chica aparece por detrás y pregunta a su abuela si ha sido feliz, la viejita contesta que sí, pero deja la respuesta en el limbo.

Todos estos datos me llevan a introducir el tema de hoy. ¿Existe la felicidad completa? ¿Se puede ser eternamente feliz? Creo que la felicidad es un átomo, un instante, un segundo, un pis pas? La realidad del día a día es diferente en cada persona y sola ella puede responder. Lo que la señora del cementerio le transmite a su nieta es que ha sido feliz, pero no completamente, porque no haber aprovechado los momentos intensamente por diferentes razones o preocupaciones que no deben ser prioritarios son los que la llevan a lamentarse.

A lo largo de la vida mi mayor preocupación siempre fue el trabajo y la responsabilidad, y di prioridad a cosas insignificantes para dejar al margen otras realmente importantes. Podría poner muchos ejemplos, el primer balbuceo de tu bebé diciendo papá o cómo crecen tus hijos, situaciones significativas que lamento haberme perdido por dar prioridad a compromisos laborales. La vida transcurre a una velocidad de vértigo y uno se ve inmerso en el discurrir del día a día sin poder evitar o eludir los acontecimientos que suceden a tu alrededor y que por condición o tipo afectan de una manera distinta, entre ellas están las pérdidas de familiares y amigos. Por edad normalmente pierdes primero a tus padres, y cuando empiezan a faltar también hermanos, mi querida suegra o un montón de amigos, todos te dejan un vacío tan grande que trastocan por completo los momentos de satisfacción, alegría y felicidad. Recurrimos entonces a la eterna frase de "es ley de vida", pero cuanto más contento estás, la felicidad se nubla por los ingratos recuerdos.

En la forma de tomarse las cosas y afrontar los baches del camino es fundamental el carácter de cada persona; hay quien carga el saco de las preocupaciones a sus espaldas y soporta todo con estoicismo; hay a quien incluso en las malas no le abandona la sonrisa, pero como dice la canción, siempre es pasajera. Esos tres minutos de música suponen la historia completa de una vida, y es hermoso que existan personas con esa capacidad de condensar en unas pocas palabras sentimientos tan intensos. Por eso hay que disfrutar más de las pequeñas cosas que nos alegran la vida, como una bonita canción que nos distrae de nuestras preocupaciones. Dicen que la música amansa a las fieras, pero creo que es algo más: endulza la vida, te pone de buen humor, te activa las neuronas y ayuda a dejar un rato de lado las dificultades. Una sola melodía puede ayudar a vivir mejor.

Los sobresaltos, los problemas, los impedimentos? son fundamentales para aprender a sobrevivir; son los que hacen ponerte en marcha para la lucha diaria, para afrontar sucesos, te enseñan a no decaer. La vida es hermosa y hay que vivirla aunque sea un instante.

aguayotenerife@gmail.com