Y lo hiciste a destiempo; cuando tenías toda una vida por delante y estabas ilusionada con un proyecto político, el de nuestro partido, el PNC; y cuando la medicina, que era tu profesión, esperaba mucho de ti, de tu abnegación por ella y del exquisito trato que prodigabas a tus pacientes. A los que atendiste en Tacoronte y en La Orotava.

Te conocí, hace años, en el Centro de Salud de Tacoronte, donde me encontré con una persona entusiasta para todo aquello que comentábamos a la hora de reunirnos, tomando un café a media mañana, sorprendiéndome por el ardor que ponías al debatir cuestiones de nuestra tierra, que cuando te comenté que deberías afiliarte al Partido Nacionalista Canario no lo dudaste y al momento te pusiste manos a la obra, siendo secretaria de Organización junto al querido amigo, que desgraciadamente también nos dejó, Juan Manuel Reverón.

Dentro del espacio de la gestión de la asistencia primaria, destacabas en las cuestiones organizativas, que en un momento decisivo como el de aquellos años eran importantes las posiciones que se tomaran en los consejos de dirección, donde tus planteamientos eran siempre bien recibidos por la contundencia de tus razonamientos y objeciones.

En el PNC te definías por tu entrega y por el cuestionamiento de asuntos donde, después del debate establecido, tu silencio se rompía con acertadas opiniones amparadas por la claridad de tus argumentos y críticas que no tenías reparo alguno en dirigirlas hacia donde se requiriera.

En todo momento dispuesta y con un empuje entusiasmador, que, a pesar de ese lastre que padecía tu salud, no impedía que se impusiera tu fuerza por encima de todo. Siempre estabas ahí y era fácil el encuentro.

Sé también (porque así lo referiste en una conversación que mantuvimos cuando tu enfermedad se había agravado) de tus desengaños por la ausencia de cuidados que deberían haber tenido contigo y que unas veces por despiste y otras por la burocracia de las listas de espera quizás habían llegado tarde, a destiempo.

Nacionalista convencida (aunque tu pesimismo ante lo que se observaba te hacía dudar que el nacionalismo avanzara en nuestra tierra), no tuviste momentos de desfallecimiento, porque esperabas que las cosas se fueran arreglando, y Canarias se situara en el lugar que le pertenecía por su historia y cultura para que algún día dejara ser moneda de trueque.

Tu tiempo se acortó, y esa vida que tanto defendiste desde tu profesión de médico te secuestró un espacio más amplio para que siguieras prestándonos tu empuje, porque creías que un mejor futuro tocaría más temprano que tarde a la puerta.

Lo decías, lo pensabas, y para no defraudarte cogeremos el testigo en esa carrera de fondo que fue tu vida, y aunque te hayas ido, siempre permanecerás junto a todos, en el partido y en nuestra memoria.