Hay personas que son queridas y admiradas por todos. Da igual la clase o condición social y es irrelevante el partido político al que se le pregunte. Una de ellas ha sido, sin duda, el lanzaroteño Juan Brito Martín, fallecido hace escasos días a la edad de noventa y ocho años.

Juan Brito Martín nace en el año 1919 en el Peñón del Indiano, Tinajo (Lanzarote), y en su primera juventud fue pastor y agricultor. De manera autodidacta aprende a leer y escribir durante la Guerra Civil en la península.

Una de las labores importantes por las que se le conoce es la alfarería, en la que realizó una inmensa labor de una tradición que había desaparecido en la isla conejera. Tal y como señala Lázaro Santana, restablecer una tradición no es tarea fácil. Desaparecido el medio humano que le da su justificación se convierte en algo artificioso, desnaturalizado, gratuito. Es preciso un cúmulo de circunstancias favorables para que lo que lleva camino de ser un pastiche se transforme en algo totalmente genuino. Esas circunstancias se daban, afortunadamente, como indica Santana, en Juan Brito, un alfarero vocacional que restauró casi intuitivamente la tradición de la cerámica popular en Lanzarote. Creador de dos conjuntos escultóricos: la Mitología de la Princesa Ico, con 25 figuras hechas en barro, y una recreación del Obispado del Rubicón, con 20 figuras.

Con el mítico catedrático de la Universidad de La Laguna Elías Serra Ráfols, participa como guía en las excavaciones en la antigua catedral de San Marcial del Rubicón.

Propone al Cabildo Insular de Lanzarote, presidido en aquella época por otro hijo ilustre de Lanzarote, Pepín Ramírez, la creación de un museo del campesino; propuesta que será respaldada por César Manrique.

La inmensa figura de César ya hace eco en toda la sociedad lanzaroteña. Su talento intelectual y el apoyo de Pepín Ramírez llegan al corazón de todos los conejeros, y la impronta de pintar todas las casas de blanco y verde va haciendo eco poco a poco, con la colaboración de Juan Brito Martín, que también participa en la campaña de desaparición de todos los carteles de propaganda existentes en carreteras y grandes espacios abiertos, apadrinada y dirigida igualmente por Manrique.

Juan Brito Martín va coleccionando multitud de objetos a lo largo de su vida, cuyo legado cultural se produce con motivo de la cesión de más de mil piezas al Museo Arqueológico y Etnográfico de Arrecife, que se encuentra en el Castillo de San Gabriel, y que actualmente recibe el nombre de Museo de Historia. Además, elaboró el primer mapa arqueológico de la Isla.

Brito Martín descubre, asimismo, la aguada o mareta aborigen de Zonzamas, que tiene una capacidad de 2.500 a 3.000 pipas de agua.

Otra faceta importante fue la de folklorista, siendo fundador de Los Campesinos, que adoptaron visualmente la antigua vestimenta del campesino de la isla de los volcanes. Juan Brito crea el baile de la Saranda, la letra y coreografía de la malagueña, la Isa del barbecho... De formación musical igualmente autodidacta, sabía perfectamente dirigir y conocía todos los detalles de cada una de las interpretaciones. Tocaba las lapas con maestría inusual.

Además cabe destacar también su labor educativa y cultural con publicaciones como "Mitología de la Princesa Ico, Coplas y Canciones" y "Sorondongos de Lanzarote", dentro de sus líneas de investigación sobre el pasado lanzaroteño.

Tenía una memoria prodigiosa. De hecho en los últimos años de su vida, comenzó a escribir toda su infancia, juventud y madurez. De cada uno de los lugares que visitó tenía una admirable visión y memorable recuerdo que nítidamente asombraba a todos. Todos esos recuerdos se están estructurando y redactando para una próxima -y muy esperada- publicación de sus Memorias.

Su vitalidad le acompañó hasta los últimos días de su vida. Diseñaba carrozas de Carnaval. Era un magnífico orador, siempre sin papeles. Participaba activamente en tertulias con escritores. Whasapeaba a los amigos de sus hijos. Y hace solo un año participó en un concurso de cuentos en la ciudad de Santiago de Compostela.

Elegido Hijo Predilecto de Lanzarote, el primero nombrado en vida, Julio Brito Martín ocupa el panteón de Personas Ilustres de la Isla junto a los mencionados César Manrique y Pepín Ramírez, así como José Molina Orosa, José Saramago y José Soto. Su fallecimiento ha sido sentido por todos. Tuvo que ser impresionante la interpretación del mítico timplista y cantante el "Colorao" de Fuerteventura a la luz de la luna en su tumba en el momento de ser enterrado. Como dicen sus familiares, solo hizo una cosa mal: "Pensamos que era eterno".

El conejero Juan Brito Martín es una de las personas que más han luchado por conservar el patrimonio cultural, etnográfico e histórico de la isla de Lanzarote. Premio Canarias y Premio Pancho Lasso de Lanzarote, deja una estela muy difícil de llenar. Un ejemplo, sin duda, a seguir.

*Presidente de TuSantaCruz