Los déspotas tenían por costumbre matar a quienes le llevaban las malas noticias, con lo que al final terminaban mal informados. Pero en democracia, el recurso de intentar matar al mensajero funciona bastante peor.

Desde el primer momento de su toma de posesión en el Cabildo, Antonio Morales alumbró el argumento de que su isla estaba siendo postergada y expoliada por el poder tinerfeño. El constructo elaborado por Morales es que tras la división de Canarias en dos provincias la Isla había tenido una etapa de esplendor y desarrollo jamás conocida, pero que con la llegada de la autonomía -que él denomina el regreso a la "provincia única"- controlada por los malvados chicharreros, había comenzado un periodo de gobierno contra Gran Canaria. Dicho mal y pronto, una especie de "Canarias nos roba".

Morales es un hábil político que ha ocupado un espacio político de protagonismo en Gran Canaria. Y lo ha hecho con éxito. Paradójicamente, cuanto más triunfa en el electorado de su isla, más difícil pone la expansión del proyecto nacionalista de Román Rodríguez en Canarias. El éxito político de los insularistas tinerfeños se basó precisamente en su alianza con las otras islas, pero la estrategia del "Canarias nos roba" aísla cada vez más a Nueva Canarias en un crecimiento electoral que tiene el techo muy bajo, porque les separa una y otra vez de su salto regional.

Ese relato de Morales en clave insularista de la historia reciente de las Islas es tan respetable como falso. Pero bueno, al insularismo en política han jugado todos, porque es muy rentable, así que no es tan raro que otra cabra se tire al monte. Lo peculiar es que Morales da la impresión de sentirse ungido y ha terminado confundiendo el culo con las témporas, es decir, a la Isla con él y viceversa, con lo que cualquier opinión contraria a su gestión o visión política se transforma en un perverso ataque contra Gran Canaria. Como si ambos fueran la misma cosa.

Los periodistas que le incomodan son "mercenarios", los medios que publican noticias adversas son "sicarios" y si los empresarios de Las Palmas le critican es que "sacan los cuernitos al sol" demostrando su complicidad traidora con la ATI. Hay una vasta y siniestra conspiración para poner de rodillas al adalid de Gran Canaria. Y la primera señal de que estás en ella es que te atrevas a toserle.

Ahora le ha tosido la Audiencia de Cuentas. Hay un informe sobre irregularidades financieras en la pasada gestión de Morales como alcalde de Agüímes. No aparentaba ser nada más que eso, pero la reacción del presidente ha sido tan virulenta que mosquea. De nuevo, en tono airado, ha sacado a pasear la teoría de la conjura, como si su figura fuese la única intocable en un juego político donde todos se manosean por turnos. Vana esperanza. A ver dónde le llega el fuego al dueño de la lata de la gasolina.