El nuevo socialismo canario que lidera Ángel Víctor Torres parece un vendedor de enciclopedias que llega siempre al velatorio para convencer al difunto de una suscripción. Es decir, que llega tarde y mal. El proceso para la elección de miembros de órganos del Parlamento es el perfecto ejemplo de esa infalible capacidad para la chapuza.

Resulta muy difícil explicar a cuenta de qué los socialistas empezaron primero a manejar y filtrar el nombre de José Segura como candidato a diputado del Común. Primera regla: si no lo tienes claro no te pongas a quemar a nadie, hijo. Como más sabe el diablo por viejo que por diablo, Segura no cayó en la trampa e hizo un discreto mutis por el foro -sí, es asombroso pero lo hizo- apagando expectativas que él ya sabía falsas. La sorda lucha interna entre los diferentes poderes en el socialismo canario estaba ya en plena efervescencia. Y entonces entramos en la segunda parte contratante de la primera parte contratante: el PSOE, adalid de la paridad y de la lucha por la mujer para incorporarse a un mundo manifiestamente machista, filtra ahora los nombres de María Dolores Pelayo y Lola Padrón. Pero cuando llega el momento de la verdad verdadera, el partido apuesta por Rafael Yanes y los órganos correspondientes votan ampliamente por él.

Aquí parece que termina la historia. El PSOE podría defender que la paridad, cuando se elige a una persona, no existe, porque o se elige a un hombre o a una mujer. Se podría entonces argumentar que Rafael Yanes cumple con todos los requisitos, que es un político con sobrados méritos para desempeñar el cargo que deja Saavedra y que, además, tiene previsto acompañarse de varias adjuntas en la Diputación del Común.

Pero como la jodienda no tiene enmienda, Ángel Víctor Torres y su equipo, afectados por la marea alcalina de la huelga feminista del ocho de marzo, argumentan que los socialistas han sido exigentes en la defensa de la mujer y que han presentado en la Cámara legislativa una iniciativa para que se regule y garantice "el estricto cumplimiento" de la paridad en los nombramientos de los órganos del Parlamento de Canarias. Como si tuvieran mala conciencia. Como si sus candidaturas fueran el resultado de una impulsiva ocurrencia y no el fruto de un proceso democrático interno.

Al parecer existe una confusión entre la paridad y las paridas. Si algo influyó en los nombramientos de nuevos cargos, a propuesta del PSOE, en órganos parlamentarios fue la política. Lo que se ventilaron fueron equilibrios de poder, más que de igualdad de sexos. El telón de fondo no son las tensiones de la lucha por la igualdad sino el lógico esfuerzo de la actual dirigencia del PSOE de Canarias de fortalecer sus posiciones frente a una disidencia interna que sobrevive agazapada en Tenerife esperando su oportunidad. Todo el discurso feminista posterior es la ociosa grandilocuencia del vendedor de crecepelo en el velatorio.