Decía la semana pasada que estaba muy confundido con la meteorología, pero lo que debía haber dicho es que las afirmaciones de los hombres del tiempo de los diferentes canales de televisión lo único que hacen es embrollar al ciudadano.

Evidentemente, esta ciencia no debe ser fácil de interpretar, ya que se presta a muchas variables y es susceptible de equivocaciones. Lo que me preocupa es esa capacidad para anunciar calamidades, desastres y catástrofes, con las que aciertan en pocas ocasiones, pues la mayoría de las veces se meten unos pufos que desorientan tanto a las autoridades como a la población, provocando una preocupación fuera de lugar. De esto y del famoso calentamiento global es de lo que quiero hablar hoy.

En primer lugar, me gustaría expresar mi preocupación por el desgaste del planeta, pues la convivencia entre los siete mil trescientos cincuenta millones de habitantes que lo cubrimos actualmente, no es fácil, y si añadimos que el crecimiento demográfico sigue al alza, la situación se vuelve un poco más complicada. Me parece también que la existencia de organizaciones que defiendan el planeta es fundamental, pero habiendo cumplido ya los ochenta y dos permítanme que sea algo displicente y que dude de algunas nefastas afirmaciones que he escuchado últimamente, pues a veces parece que existe algún dinerillo de por medio o que alguno quiere beneficiarse a costa de anunciar el fin del mundo.

En diciembre pasado, en el que tuvimos unos días de bastante calor, se cansaron de anunciar un invierno seco, sin lluvias y con los pantanos bajo mínimos. De repente se inventaron lo de la "ciclogénesis explosiva", lo que antes se llamaba "gota fría", de la que saben mucho en la Comunidad valenciana, pues en su día tuvieron que cambiar el curso del río Turia. Ahora resulta que a punto de terminar el invierno tenemos agua abundante, pantanos llenos y el tiempo causando todavía algunos estragos en las costas. La afirmación favorita del ciudadano: "no había visto un tiempo igual desde...", siempre está de moda, pero las estaciones son cíclicas, unas veces más secas, otras más húmedas, otras con bochorno? Por favor, no exageren tanto.

En mi familia quedó grabada una fecha concreta en la que hubo una meteorología adversa. Fue el 4 de mayo de 1944 y un temporal arrasó la Isla. Entonces vivíamos en La Higuerita y nuestra casa tenía un huerto grandito con árboles frutales y hortalizas que cosechaba mi abuelo. No paraba de llover y la tierra ya no drenaba, así que entró en la casa alcanzando el metro de altura, mientras mi madre daba a luz a mi hermano Fernando con la cama en alto.

Recuerdo también otro suceso curioso el verano del 56, cuando estando en la oficina de la calle José Murphy con las ventanas abiertas, de repente empezó a hacer frío. Me asomé y el cielo estaba plomizo, y un rato después calló una granizada con pedruscos del grosor de una bola de ping-pong que cubrió las calles de Santa Cruz de blanco hasta las aceras.

Ese mismo año hubo otro temporal de lluvia y viento que arrasó el Valle de la Orotava, acabando con las plantaciones de plataneras. A la altura de Las Arenas quedaron en pié una araucaria, una palmera y un plantón de platanera, por lo que un periódico local publicó una foto que titulaba: "los únicos supervivientes".

Es imposible olvidar el Delta o las distintas riadas, como la del 31-M que dejó 232,6 l/m2 sobre Santa Cruz. Donde vivo hacía buen tiempo, así que mi mujer y yo no fuimos a misa a la Basílica, y al volver nos encontramos a nuestros hijos preocupados porque pensaban que estábamos en Santa Cruz cuando empezaron a llegar las terribles imágenes.

Lo del cambio climático no creo que sea todo consecuencia del mal tiempo, sigo pensando que la meteorología es invariable. ¿Se acuerdan de las imágenes del NODO? Durante años vimos catástrofes en EEUU, Asia, América? en todo el planeta, y creo que ser precavidos es necesario, pero no alarmistas. Tenemos derecho a ser informados con veracidad pero sin aspavientos, y los gobiernos deben tomar decisiones con serenidad y cierta precisión, pues con las últimas equivocaciones se convierten en el hazmerreír de las redes sociales. Dicho queda.

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