Da la sensación de que estamos entrando en el escenario de un neodarvinismo donde el más fuerte sobrevivirá en esta pugna soterrada de los sexos, entre el ovulo y el espermatozoide, entre la testosterona y los estrógenos. Pero hay que tener en cuenta para situarnos en el meollo de la cuestión que el sistema que favorece o dificulta que se pueda avanzar está bajo el paraguas del liberalismo. Así lo han confirmado sus mas arraigados defensores desde Stuart Mills hasta Keynes, Ricardo o Friedman.

Al liberalismo lo que le interesa y ha interesado es considerar a la mujer como cauce y vehículo de reproducción del sistema, por eso es reticente al avance de la mujer en importantes instituciones, porque desea que la mujer esté en las tareas domesticas y en la educación de sus hijos.

El modelo de sociedad liberal procura encubrir la historia evolutiva de la sociedad para que en la base ideológica de su sistema no aparezcan resquicios que lo hagan tambalear y mengüen el patriarcalismo ancestral.

No siempre la mujer se vio sometida al hombre; en las sociedades tipo recolectores-cazadores la mujer y el hombre se repartían por igual las tareas, no existía la división sexual del trabajo. Y, según los estudios de Bachofen, la mujer desde épocas primitivas, pasando por la sociedad feudal y la sociedad pre-industrial hasta llegar al capitalismo actual, ha transitado por una serie de vicisitudes en su camino donde, si en un momento la igualdad con el hombre era predominante, ahora la desigualdad se acentúa.

Cuando irrumpe la revolución industrial y el liberalismo impera y comienza a extenderse, ya la mujer de un sistema igualitario pasó a ser dominada totalmente esgrimiéndose para ello teorías biológicas y connotaciones de debilidad de sexo y que el verdadero lugar de la mujer era la casa y la fabrica para el hombre. Apareció entonces un régimen de prohibiciones en el que el hombre tendría que dedicarse a una cosa y la mujer a otra remarcando que dentro del liberalismo la producción tendría que ser unisexual.

El modelo de sociedad liberal poco ha conseguido por la liberación de la mujer ya que es un modelo instaurado en el máximo beneficio y cuando accede a la incorporación de la mujer al trabajo lo hace a regañadientes; ya que sitúa a la mujer como la generadora de fuerza de trabajo y para ello se afana en situarla dentro del escenario familiar porque la considera como pieza fundamental de la producción y reproducción del sistema.

Por lo tanto habrá que ir hacia un modelo de sociedad donde se conjuguen los valores masculinos y femeninos dejando a un lado las visiones unilaterales, bien androcentristas o feministas, hoy amparados por los dispositivos ideológicos liberales.

Aunque concurran millones de espermatozoides para fecundar un solo ovulo, ambos son importantes para el desarrollo de la humanidad por lo que la fuerza de trabajo del hombre y de la mujer necesita una nueva regulación de los poderes que dirigen la sociedad liberal.

Eso si, hasta la llegada de la robótica en su plenitud dentro del mundo del trabajo que volverá a trastocar las posiciones del hombre y de la mujer en cuanto a las relaciones familiares y laborales se refiere.