La Revolución Industrial transformó radicalmente las estructuras económicas de Europa. Supuso el paso de una economía eminentemente agraria a otra industrializada y, en consecuencia, provocó profundos cambios en la organización del trabajo. Los cambios afectaron a la estructura de la población, tanto en su modo de vida como en sus relaciones sociales. Se pasó de vivir en comunidades rurales a concentrarse en torno a las fábricas, que poco a poco darían lugar a los procesos de urbanización y al nacimiento de las ciudades; la organización social empezó a pivotar en dos clases sociales: la burguesía y el proletariado.

En este contexto histórico, nació el cooperativismo moderno, impulsado por un grupo de trabajadores desocupados del sector textil. Es en la ciudad inglesa de Rochdale donde un grupo de 28 trabajadores (27 hombres y 1 mujer) impulsaron la creación de una sociedad productiva bajo la forma de cooperativa, siendo la primera que tuvo éxito como tal estructura y estableciendo los siete principios del cooperativismo, que hoy, con algunas modificaciones en su redacción, son la base de los siete principios del cooperativismo que la Alianza Cooperativa Internacional establece como norma. La ACI se constituye en 1855 en Londres y en 1913 contaba con 20.000 empleados en el territorio británico. Hoy los datos nos indican que más de 1.200 millones de personas forman parte de alguna cooperativa, y que el volumen de negocio de las 300 cooperativas más importantes del mundo está en torno a los 2.200 millones de dólares.

Las empresas se clasifican según su forma jurídica, pero también según su tamaño. Tienen sus propias características dependiendo del sector económico al que dedique su actividad; por la procedencia del capital de constitución se establecen tipologías e incluso es importante tener claro cuál será su ámbito de actuación.

Pues bien, una forma jurídica y organizativa que el emprendedor debe valorar a la hora de poner en marcha su proyecto es la cooperativa, entendida como "asociación autónoma de personas unidas voluntariamente para satisfacer sus necesidades y aspiraciones económicas, sociales y culturales mediante una organización de prioridad conjunta y gestión democrática". Una cooperativa se forma teniendo siempre presentes los siete principios de la ACI: adhesión voluntaria y abierta de toda persona dispuesta a aceptar su responsabilidad; gestión democrática de todos sus miembros; principios económicos en el que una parte del capital es propiedad de la cooperativa, donde la compensación es proporcional a la inversión sin olvidar el establecimiento de la reserva para el desarrollo de la propia cooperativa; autonomía e independencia; formación e información tanto a su miembros cooperativistas como de sus trabajadores e informar públicamente de sus beneficios; cooperación entre cooperativas y por último el interés por la comunidad.

Es importante reseñar que cualquier actividad económica (comercio, hostelería, educación, actividades financieras, transporte...) puede desarrollarse mediante una sociedad cooperativa, figura asociativa que puede constituirse con un mínimo de tres miembros.

Es evidente, y así se pone de manifiesto a lo largo de la historia, que las cooperativas soportan mejor las crisis económicas debido a su propia idiosincrasia y, por lo tanto, el sistema contribuye a la creación y estabilidad en el empleo, sin olvidar los beneficios económicos y fiscales de los que se puede acoger.

El Gobierno de Canarias, consciente de la importancia que tienen la economía social y el cooperativismo en el desarrollo económico y en la generación de empleo, pone a disposición de los emprendedores que opten por esta opción dos actuaciones que facilitan la creación de sus cooperativas.

Una de ellas, a través de las Entidades Colaboradoras del Servicio Canario de Empleo, se presta un servicio específico de asesoramiento para el autoempleo y el emprendimiento, denominado fomento de la economía social y del emprendimiento colectivo que consiste en actuaciones de difusión, promoción y apoyo a la constitución de cooperativas, así como de formación y asistencia técnica para su constitución y puesta en marcha.

La otra es de fomento al desarrollo del cooperativismo a través de las subvenciones gestionadas por el Servicio Canario de Empleo para la incorporación de socios trabajadores o socios de trabajo a cooperativas, cuya cuantía parte de 5.500 euros en adelante atendiendo a la dificultad en la inserción del colectivo que se trate.

*Viceconsejero de Empleo y Emprendeduría del Gobierno de Canarias