El fallecido Stephen Hawking probablemente habría podido incorporar la política canaria a su desarrollo de la teoría de cuerdas, estableciendo que las partículas elementales de nuestra vida pública -los políticos- son en realidad estados vibracionales de unos extraños filamentos que son los partidos políticos. Y aquí otra cosa no pero lo que es vibrar, vibramos como las cuerdas de un timple.

El romance ilegítimo entre el PSOE y Coalición Canaria se ha ido a freír puñetas, con la novedad de que esta vez no se puede decir, al contrario que en la tradición, que los responsables hayan sido los nacionalistas, de largo oficio en eso de las puñaladas sibilinas. El estado intestinal de los socialistas, aquejados de unos agudos cólicos de peleas y divisiones internas, produjo que en la votación para la renovación del consejo de la televisión canaria y la adjudicación del jugoso concurso de ciento cuarenta y cuatro millones de euros y la abuela, se escalaran las más altas cimas del ridículo. Angel Víctor Torres, secretario general sin mando en plaza, no pudo meter en el corral a sus propias cabras y machos de la especie. La manada, aquejada de una grave indisciplina, se le desmandó. Y Coalición Canaria volvió la vista hacia el silencioso Asier Antona y el PP, a quien la vibración de las cuerdas volvió a colocar en la posición de socio fiable.

Que fruto de esa nueva situación se produjera la renovación del presidente de la autoridad portuaria de Las Palmas, Luis Ibarra, era una consecuencia lógica. Y que a Angel Víctor Torres sólo le quedara la opción de liarse la manta a la cabeza y ponerse coyunturalmente al frente de las tesis de sus contestatarios -es decir, odio furibundo a Coalición y a la alianza de la derecha canaria- también es de cajón.

Lo que pasa es que en el sancocho se cuelan algunas inconsistencias. Que el PSOE diga, precisamente ahora, que dan por rotos los pactos para la renovación de los órganos del Parlamento (Diputado del Común, Audiencia de Cuentas y Consejo Consultivo) es una consecuencia indeseable. Argumentan que rompen porque no se cumplen con los criterios de paridad entre hombres y mujeres, cosa que ya sabían perfectamente cuando se votó la idoneidad de los candidatos. Y además el PSOE, como CC, propuso tres hombres y una mujer. Más parece el producto de un ataque de cuernos que el resultado de un arrebato de feminismo tardío.

Pero además, nos introduce en el surrealismo. Porque la votación de los cargos propuestos tendría que llegar al Parlamento de Canarias. Las cuerdas se han vuelto locas, vibrando en un concierto de instrumentos desafinados, con un Diputado del Común que ya ha dimitido y un candidato que no podrá tomar posesión porque las partículas elementales de la política canaria la han vuelto a liar, lo cual que es el estado natural de este universo de despropósitos.