La gente percibe la realidad de una manera que las frías estadísticas no logran transmitir. Los números sólo son eso, pero detrás están las personas. Y es un hecho que mientras pregonamos que hemos salido de la crisis -porque las cifras lo demuestran- las familias no ven esa salida por ninguna parte. La explicación está en esos mismos números, si uno sabe interpretarlos. El peso de los salarios en España con respecto a toda la riqueza que generamos se encuentra en su nivel más bajo, similar al de 1989. Y dentro de ese cuadro general, los salarios en Canarias se encuentran a la cola de todos los del país.

Que el volumen total de todos los salarios que se pagan en nuestro país sea el 47,3% del PIB español (algo más de 550 mil millones) quiere decir muchas cosas. Por ejemplo, que quienes han pagado la salida del pozo económico en que nos situó la crisis han sido los trabajadores. La devaluación salarial que sufrieron todos los empleados y el aumento de impuestos sobre las rentas que soportaron las rentas del trabajo hasta hace solo tres años, aumentó la productividad española a costa de empobrecer a todas las familias. Y de eso -lo dicen los números- no nos hemos recuperado.

Los sueldos no suben. Y ahí está la base de todo el problema. Han subido los beneficios empresariales y el peso financiero del sector público. Han subido los impuestos y las cotizaciones. Pero la gente gana menos de lo que ganaba. Hoy escuchamos hablar de crisis en el sistema de pensiones, de los aumentos de retribuciones de los funcionarios, de la necesidad de aumentar la dotación de los servicios públicos... Pero todo eso va a salir del bolsillo de los mismos contribuyentes que llevan pagando el peso de la recuperación económica sin que hasta el momento se hayan beneficiado de la mejoría general de la riqueza del país.

Mucho de lo que nos está pasando ahora tiene que ver con esa situación. Millones de pensionistas están protestando estos días porque lo que reciben muchos de ellos apenas da para vivir. Y lo que es más grave, el mantenimiento del sistema de pensiones se complica porque muchos sueldos están por debajo de la pensión media que se paga en este país. Hay que romper ese círculo virtuoso de la pobreza y eso sólo puede ocurrir con un incremento generalizado de los salarios.

Las administraciones públicas y las familias hemos jugado un papel trascendental en esos años de depresión económica. Aquellos que sufrieron la pérdida de sus trabajos encontraron apoyo en el entorno familiar -¡cuántos jubilados tuvieron que hacer milagros para estirar su pensión y ayudar a los suyos!- y en la actuación de los servicios públicos que se volcaron en ofrecer ayudas, subsidios, programas de empleo y en destinar fondos a políticas sociales. En el Cabildo de Tenerife seguimos empujando en la dirección de crear un empleo que cumpla dos condiciones: que se estable y de calidad. Hace sólo unos días presentamos las actuaciones del programa "Cabildo emplea. Generando oportunidades'' que está dedicado a crear ese tipo de trabajos en nuestra isla. Para este año hemos dedicado una inversión que ronda los 17 millones de euros que llegará a unas 4.000 personas y que promoverá unas 2.500 inserciones laborales. Ese es sólo uno de los programas que tenemos en marcha en Tenerife y que demuestran que el compromiso de las administraciones públicas sigue latiendo.

Pero ya estamos en un escenario donde los mecanismos del Estado del Bienestar tienen que ser complementados por una distribución equitativa de la riqueza en una democracia social de mercado. Dicho de forma más clara: ha llegado el momento en que las empresas tienen que mojarse. Además de crear empleo, como se ha creado -llegamos a superar los seis millones de parados- hay que crear empleo estable y bien remunerado. El consumo está aumentando de una forma apreciable y los beneficios de la actividad productiva tienen necesariamente que llegar a la masa salarial de los trabajadores que operan en el mercado privado. La recuperación en el sector público es indiscutible: ya estamos en cifras precrisis tanto en número de empleos como en niveles salariales. Es hora de que esa tendencia se consolide en la actividad privada de la misma manera que en la pública.

Las empresas tienen una responsabilidad social. Y la clave de muchos de los problemas que hoy afrontamos, desde el mantenimiento del sistema de pensiones hasta los servicios esenciales de salud pública o educación, se basan en crear de nuevo una potente clase media que se vio seriamente mermada por los efectos de la crisis del crédito que asoló las economías. En el caso de Canarias, que sigue arrastrando más de un cuarto de millón de parados, esa tarea es un asunto urgente. Hay que mirar hacia la mano de obra local más que hacia la importación de fuerza de trabajo, hacia el empleo de calidad y hacia un aumento del nivel de retribuciones de reparta la riqueza que generamos también entre las familias que lo necesitan.

Si algo nos han demostrado los difíciles años que hemos vivido es que o salimos todos adelante o difícilmente saldrá nadie. Es una mera cuestión de justicia. Si nos empobrecimos todos en la salida de la crisis, nos tenemos que enriquecer todos con la prosperidad. Y no es un planteamiento revolucionario, es una cuestión de simple sentido común.