El encuentro celebrado esta semana en Bruselas por el jefe del Ejecutivo canario, Fernando Clavijo, con el presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, el primer ministro portugués, Antonio Costa, y el presidente de la República francesa, Emmanuel Macron, forma parte de la estrategia elaborada por el Ejecutivo canario de cara a las negociaciones del próximo marco financiero de la Unión Europea, pues las Islas corren el riesgo de sufrir recortes, como consecuencia de la salida del Reino Unido de la UE, que traerá consigo un considerable disminución de fondos en las cuentas europeas. Como ya adelantó a principios de año el propio Clavijo, Canarias se la juega día a día, en este caso en Europa, pero también a nivel estatal, donde aún están pendiente de aprobación los presupuestos de 2018. De ahí la necesidad de buscar puntos en común con las diferentes fuerzas políticas con representación en el Archipiélago, las Cortes Generales y el Parlamento europeo. En este último ámbito, tal y como está el panorama, sería un éxito quedarse con las mismas condiciones que rigen actualmente y mantener la cantidad de fondos que se han venido recibiendo, durante el último periodo, en materia agrícola, pesquera, infraestructuras e inversión. Aunque seguramente habrá que ceder en otras disciplinas, como por ejemplo aumentar los porcentajes de financiación de los distintos proyectos en los que se percibe ayuda europea. No obstante, hay que mantenerse en guardia y seguir luchando para que en los despachos de Bruselas tengan claro que las regiones ultraperiféricas deben recibir un trato específico. En este sentido, la reunión con Rajoy, Costa y Macron ha de computarse como un éxito de la diplomacia canaria. El mismo espíritu hay que mantener de cara a las cuentas estatales, donde las Islas también conviene que vayan de la mano para exigir en razón de sus singularidades.

La misma actitud hay que reclamar a los políticos tinerfeños a la hora de buscar una solución al que se ha convertido en uno de los principales problemas que soporta la Isla. En la última semana se ha vuelto a poner de manifiesto que en materia de carreteras existen diferencias sobre las medidas a adoptar. Incluso después de haber optado por una alternativa, surgen discrepancias en cómo aplicarla. El hecho es que mientras los responsables públicos se enzarzan en ver quién tiene la razón y subrayar lo que les separa y no lo que les une, se demora la resolución y los residentes de esta isla y quienes la visitan continúan sufriendo y perdiendo el tiempo en colas y atascos. Convendría dejar a un lado las cuestiones particulares y tener la suficiente altura de miras para de forma consensuada elegir las mejores opciones a corto, medio y largo plazo. Se trata de una situación lo suficientemente grave como para estar con batallas estériles. Además, con esa actitud, se podrá reclamar con más fuerza al Gobierno central que aporte los recursos necesarios. No por hacer una concesión a la Isla, sino por justicia, porque tiene el derecho a que sus vías estén adaptadas a la realidad y no a lo que ocurría hace veinte años. El comportamiento contrario solo da alas a quien tiene que tomar una decisión en Madrid para financiar las obras y a seguir lamentándose porque no lo hace.