Desde hace algún tiempo el PSOE de Tenerife viene padeciendo los males de un proceso de autodestrucción basado en la falta de lealtad de algunos de sus más significados líderes, en la ausencia de objetivos comunes y en el exceso de individualismo, que resulta fatal para cualquier tipo de organización basada en la jerarquía.

Un partido político es una organización a la que se pertenece voluntariamente y en la que aceptas, de forma tácita, que las decisiones que se imponen son las de la mayoría, no las tuyas. Las guerras por el poder dentro del socialismo han terminado agrietando las bases del propio partido. Empezaron a mostrarse con aquella tormentosa semana de la elección de Patricia Hernández como candidata a la Presidencia de Canarias y siguen hoy con el liderazgo del aparato de Las Palmas en el socialismo regional, bombardeado por todos lados incluyendo el suyo.

Los socialistas tinerfeños están divididos. Se sonríen, pero no se aguantan. Cada uno hace la guerra por su cuenta y la fragmentación de la organización insular es evidente y lamentable. Eso puso muy fácil que Ángel Víctor Torres y parte de la organización de Gran Canaria -donde también hay tomate- se hayan hecho con el poder regional: aunque sea un poder frágil, basado en el caos de la competencia. El aparato de Las Palmas se hizo con el control del partido colocando algunos jarrones chinos de Tenerife en el ventanal pero, al parecer, a modo simplemente decorativo. Y lo digo por el caminar de la perrita.

Este fin de semana, el PSOE de Gran Canaria, con Sebastián Franquis a la cabeza, ha pedido explicaciones al Gobierno de Canarias sobre los supuestos desequilibrios regionales en el gasto presupuestario. Desea saber cuánto se recauda en las Islas -es decir, en Gran Canaria- para compararlo con lo que reciben. El discurso de los socialistas parece acercarse al argumentario del expolio y se suma a la percepción de que existe un trato de favor con la isla de enfrente: o sea, esta.

Los principios socialistas se basan en la redistribución de la riqueza. Pero en Canarias estamos a una hora menos. Se acercan las elecciones y los líderes políticos empiezan el postureo electoral, aunque sea jugando, como en este caso, con nitroglicerina. Es una peligrosa deriva que se produce ante el estruendoso silencio de los tinerfeños.

La estrategia del socialismo regional parece orientada a ser la marca blanca de sus aliados en Gran Canaria. ¿Van a denunciar también que se quitan recursos a los grancanarios para dárselos a Tenerife o a las restantes islas? Si así fuera -como así parece- esto va a ser enormemente áspero. A más de un jarrón chino se le van a secar las flores de papel del disgusto cuando el pleito aterrice, como un terremoto, en este socialismo canario al que ya solo le faltaba eso. No es que los demás partidos estén mejor, pero da cierta pena.