Leer lo que ocurre en la piel de este municipio, y la relación de sus vecinos con el territorio, pone de manifiesto que el mundo agrario sufre un síndrome cultural de valores mucho más complejo que el manido tema campo-ciudad, que, indudablemente, ha creado desiertos demográficos en numerosos puntos de la "piel de toro".

Cuando analizamos lo que ocurre en el campo lagunero (tierras sin campesinos, red de riego, establos en abandono, maleza en zonas con viña, glifosato para sustituir a la cava), encontramos que el factor humano, su cultura, sus valores, sus prioridades se han alejado del campo, de la naturaleza, o quizás nunca han estado con lo rural, con sus problemas y sus ventajas.

Hablamos mucho del bolsillo y poco de calidad de vida y de alimentos sanos. La modernidad y la moda la asociamos a las máquinas, a los agrotóxicos y herbicidas que eliminan las supuestas plagas de la naturaleza, alejados del sacho confiamos en el merry y el tractor. Mientras en la zona europea la Francia de Macron plantea eliminar el uso del glifosato del campo francés, aquí y ahora, gran parte de los viñedos no los cavamos, y solo ponemos "quema-yerba". Fincas que hace unos años eran un vergel ahora son un erial con el suelo planchado, donde el agua no infiltra y se seca, y esto ocurre tanto en La Laguna como en muchos otros municipios de nuestra geografía canaria.

Hoy por hoy existe un alejamiento del campo por parte de nuestros jóvenes como nunca se había dado en los ciclos de la economía canaria. La cultura que transmitimos a nuestros jóvenes desde la familia, la escuela y la política, disocian campo y progreso, campo y modernidad, futuro, progreso, prosperidad. Campo es pasado, trabajo, torpeza y miseria, disociamos campo de alimentos, salud, progreso, modernidad, futuro digno y más seguro.

No es solo cuestión de dinero, hay numerosas actividades que exigen sacrificios sin contrapartidas económicas y tienen éxito, los caballos, los perros, coger olas y el surf. Es más, hay familias que tienen una actividad agraria funcionando y no tienen continuidad familiar, mientras los herederos sufren los problemas de una sociedad de consumo cargada de pretensiones de difícil atendimiento por la administración y asuntos sociales.

La Laguna tiene un patrimonio de suelo con buenas instalaciones de riego en la costa, red de tuberías, canales viarios, pozos, red de Balten, u otras más modernas como la depuradora recién inaugurada. Una cultura agraria de las más dinámicas de la Isla, que fue un emporio de hortalizas, flores, plantas ornamentales, mejorando humanamente con técnicos universitarios, lo que da lugar a un enclave económico, apoyado en una actividad que podría ser rentable y que puede dinamizar nuestra sociedad, haciéndonos menos dependientes, con unos territorios y unas islas más cuidados, más prósperos.

No se entiende campos balutos, bancos de alimentos y paro. Se asemeja al modelo venezolano, con campos sin cultivar, miseria y hambre. Aquí tenemos que dignificar el campo, nuestros jóvenes han de entender que la modernidad no está reñida con el campo, que se puede ser moderno y campesino, que se puede vivir de lo que da la tierra, que lo rural no es cosa del pasado, de un mundo de ignorancia y marginalidad. No es bueno el modelo de la Venezuela saudí, que ha producido la actual situación. Aquí y ahora, hemos de dignificar el campo, y para ello tienen que incorporarse miles de jóvenes en una agricultura más respetuosa con la naturaleza, con tierras en las que el tractor, el merry y el sacho sean más compatibles con la dignificación de la vida en el campo.

No tenemos que hacer un máster en ciencias ocultas para vivir del campo, podemos ser modernos y campesinos, tenemos que romper con muchos complejos para dignificar el mundo rural. La administración tiene que poner instalaciones, con modelos que funcionen, que dignifiquen la actividad agraria y que permitan vivir de ella, desde los colegios hasta la universidad. Las máquinas nos ayudan, pero las manos de campesinos no se acomplejan por ser más ásperas, todo lo contrario.

En La Laguna hay posibilidades para generar trabajo y riqueza, en un agro que tiene un importante papel en la agricultura canaria, aunque tiene muchas tierras balutas con muchos jóvenes con alergia al campo. Tenemos que plantar y sembrar.

La creación de bancos de tierra, poner recursos de semillas, asesoramiento técnico para orientar a los jóvenes y que aprendan a pescar. No olvidemos la figura clave de Pedro Molina y cómo logró salvar la vaca del país, dignificando social y económicamente a los ganaderos en la cooperativa.