Existen personas hermosas por fuera, otras que no tanto y algunas realmente poco agraciadas. También existen sistemas para mejorar nuestra imagen, ya sea la moda, el ejercicio físico, la cosmética, la peluquería, o alguna ayuda más profesional con variedad de tratamientos u operaciones que ayudan a mejorar lo que no nos gusta, lo que ya decae, o lo que nos tocó y creemos defectuoso. Por suerte o por desgracia, vivimos en una época donde mejorar es factible y asequible, además donde la belleza exterior está sobrevalorada y es la carta de presentación en una sociedad llena de estereotipos. A todos nos gusta gustarnos y gustar, está a la orden del día. Enamórate de ti, te tienes que gustar tú o quiérete a ti mismo son las típicas frases que oímos y entendemos que debemos practicar con nosotros mismos, pero ¿hasta dónde? ¿Dónde está el límite que marca que nos convirtamos en alguien superficial y realmente vanidoso? Si nos dejamos llevar por esa espiral, ¿dónde podemos acabar?

No nos damos cuenta de que algo nuestro no nos gusta hasta que alguien de nuestro entorno, al que queremos agradar, nos lo señala, o hasta que nos comparamos con alguien, por ejemplo, algún famoso al que consideramos "hiperperfecto". Quizás todo empieza cuando somos pequeños. ¿Quién no ha oído eso de que los niños son crueles? dicen las verdades y los desperfectos los sueltan sin empatía hacia el otro? ¿Quién no tiene un apodo del colegio señalando alguno de "sus defectos"? Ahí comienzan los complejos. Salvo alguna excepción, a lo largo de nuestro crecimiento vamos siendo patitos feos que buscan convertirse en cisnes. La adolescencia y esa identificación con el grupo hará el resto. Queremos gustar y ahí comienza la espiral.

El cómo vistes y el físico, con el que nunca estamos contentos, son los dos pilares de nuestra imagen, ya dentro de eso podemos añadir más detalles, como por ejemplo el pecho, la calvicie, los abdominales, la celulitis, las arrugas, la papada y un largo etcétera que harán que estar perfectos sea un imposible, porque cuando no es una cosa será otra. Hay quien se obsesiona con una cosa y quien lo hará con otra, dependerá también de las crisis evolutivas propias del ser humano que acaecen con el envejecer. Todos quieren parecer más jóvenes y luchar contra la edad, algo que hoy es accesible incluso asequible.

Sentirse bien con uno mismo es importante, pero todo tiene un límite. Sí existen los tratamientos, ¡genial! Pero sin llegar a rozar la obsesión. Hay un aspecto psicológico muy importante en eso. Los buenos profesionales de la estética y la imagen te ayudarán a ese equilibrio, sacarán lo mejor de ti y te ayudarán a superar esas inseguridades físicas. Pero ten presente que si uno nunca se siente satisfecho y que cuando no es una cosa será otra, es que algo realmente no está bien y no está precisamente en tu imagen. Habrá que buscar dentro de ti. ¿Qué es lo que realmente te insatisface? Analiza tu vida y tu historia. Piensa ¿a quién quieres gustar realmente? y ¿de dónde nace esa insatisfacción constante?, seguro que sabes qué es y el problema está en que no sabes cómo poder llegar a ese cambio, no ves solución, la buscas de forma externa cuando la realidad del cambio está en tu interior. Habrá que buscar satisfacciones internas y relajarnos en las externas, ¿no crees?

El ser humano necesita reafirmarse, en cierta manera es inseguro, y busca su seguridad en la opinión o en el refuerzo que recibe de su entorno. El error de la superficialidad está en que es todo exterior, es demostrar al otro mi valía en función de mi apariencia y, por ende, serán el reflejo de mis logros. Nos olvidamos de cuidar aquellos aspectos que realmente nos hacen más hermosos, nuestro interior. Dónde queda la humildad, la bondad, la sonrisa, el agradecimiento, la colaboración, el apoyo, la compresión, la escucha, la amistad, el amor? Cuando nuestro interior es cultivado y trabajado, somos mejores personas y eso, eso es la belleza. Ser bellos por dentro te hace ser bello por fuera. Tus cualidades como ser humano son las que caminarán contigo y te harán ser más feliz. Tu entorno te gratificará, te querrá y te admirará, no por tu aspecto material, ni la posición que tengas, ni por la apariencia de revista que puedas mostrar, porque, al fin y al cabo, si nos quitamos todos nuestros atuendos, ¿qué quedará? Cuando compartas tiempo ¿qué transmitirás? Cuando llegues a la vejez, ¿quién serás? Y más importante aún ¿de quién te rodearás?

No dejes que una sociedad marcada por un narcisismo latente te transforme al punto de olvidarte de lo más importante, tú, tu ser y tu esencia. De quererte y de querer. De amarte y de amar. ¿Acaso no merece la pena?

*Psicóloga y terapeuta

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