El día 4 de abril de 1968 un sueño se rompió definitivamente. El magnicidio del reverendo Martin Luther King echaba por tierra todo un inmenso trabajo de concienciación a la población e instituciones públicas de Estados Unidos, sobre todo en el Sur del país.

Pero, ¿se perdió todo? Evidentemente, no. El terrible asesinato de un líder, cruel e injusto, no siempre acaba con un proyecto. Y la igualdad entre las razas poco a poco ha ido adquiriendo carta de naturaleza en EE UU.

Martin Luther King, campeón de los derechos humanos y firme defensor de la no violencia, hasta que no perdió la vida muchos norteamericanos no se dieron cuenta de cuánto necesitaban desesperadamente su presencia.

King se había convertido, antes de su muerte en Memphis, en un visionario práctico, para algunos, y en un agitador peligroso, para otros.

Un afroamericano, Barack H. Obama, ha sido presidente de los Estados Unidos dos mandatos consecutivos (2009-2017), algo que probablemente King pensó que incluso sus nietos nunca lo verían.

Los negros en EE UU han ocupado los niveles más altos del Gobierno -ministro de Asuntos Exteriores, ministro del Ejército, en el Tribunal Supremo, el homólogo del Tribunal constitucional español, en el Congreso, en el Senado, y como gobernadores de los Estados. La raza ya no es una barrera para ser propuesto para cargos electivos, mucho menos para votar, que fue siempre una de las luchas principales de Martin Luther King.

Lo cierto es que pocas personas han agitado tan profundamente a las multitudes. Pero no fue a través de la coerción, sino de la persuasión. Fue a través del poder, del poder moral que transmitía, un llamamiento a la desobediencia civil de leyes injustas y una defensa a ultranza y una lucha inagotable para conseguir la plena igualdad.

Fue el ejemplo de su coraje, de su propio valor, el que removió las conciencias de todos, de jóvenes y mayores, de blancos y de negros, para defender su justa causa.

Pero si King reviviera quedaría aún sorprendido y consternado por las condiciones que hoy siguen teniendo muchos de los afroamericanos en EE UU. Aún más en el bienio Trump. Muchos no pueden aspirar a una educación de calidad, ni a tener los conocimientos y habilidades necesarias para conseguir un trabajo y ser plenamente productivos en la sociedad.

"I have a dream", probablemente el mejor discurso -al menos el más famoso- de Martin Luther King, ese en el que las personas deben ser juzgadas únicamente por lo que hacen, dicen y valen, y no por el color de su piel, llevaba consigo un mensaje universal de dignidad y de igualdad cuando dijo "no busquemos satisfacer nuestra sed de libertad pensando solo en la amargura y en el odio".

Obviamente, como todo ser humano, King cometió algunos errores. Errar es humano. Pero muchos se han empeñado en hurgar en sus defectos y debilidades.

Para honrar su memoria, este cincuenta aniversario de su fallecimiento debe servir para potenciar el pensamiento en la igualdad de todos. "Hemos aprendido a volar como los pájaros, a nadar como los peces; pero no hemos aprendido el sencillo arte de vivir como hermanos" fue una de sus más célebres frases. Y también "no soy negro, soy hombre".

Su fuerza, su seguridad, su potencia, su empeño, su arrojo, sus convencimientos, desde luego, no pueden quedar atrás. Ha sido un antes -hubo otros ciertamente, antes que King también-, y ha habido un después.

Hoy sigue siendo muy válida su profecía: "Si supiera que el mundo se acaba mañana, yo, hoy todavía, plantaría un árbol". Fe ciega y confianza plena en un futuro mejor.

Martin Luther King, un mito viviente. Un legado sin fin.

*Presidente de TuSantaCruz