Las disputas entre suegras y nueras -al igual que las de yernos y suegros- alimentan una copiosa literatura que incluye la épica y la lírica, la tragedia y la comedia, alta y baja, el drama rural y urbano, el entremés y el esperpento. En cualquiera de esas casillas se pueden inscribir las imágenes que, por el rol institucional de las protagonistas, movilizaron al país, dieron la vuelta al mundo y le recordaron que "España es diferente", como fijó el eslogan de Fraga para el turismo.

Nadie ignora ni olvida el público desplante de la reina titular a la emérita en la Catedral de Mallorca al término de la Misa de Resurrección y cuando la última quiso retratarse con sus nietas. Diez días después y con el aluvión informativo vigente, no cabe incidir en la calificación de las imágenes que entraron en un ámbito de educación y ausencia de este valor, inoportunidad y bochorno, pena y risa. La extemporánea escena a cargo de la sección femenina de la Casa Real, incluida la princesa de Asturias, soltó censuras y coñas a granel; en época de encuestas y apuestas posicionó a la opinión nacional y retrató públicamente a los partidarios-as y detractores-as de las protagonistas centrales, al parecer con clara mayoría para la dama de mayor edad, que soportó el chaparrón y mantuvo la dignidad y el tipo.

Como botones de muestra de las reacciones suscitadas, cito dos opiniones contrarias y, parcialmente, interesadas. Jaime Peñafiel, cronista de las monarquías contemporáneas y, de modo especial, de los Borbones españoles, aseveró categórico que "o Felipe VI se divorcia o Letizia acaba con la monarquía"; apoya la información con entrecomillados de Juan Carlos I. Enfrente, la también periodista Inma Aguilar, amiga y portavoz (¿portavoza?) oficioso de la consorte real, declara que "está preocupada con la imagen de sus hijas (naturalmente, como toda madre que se precie) y desolada" por el conflicto.

El epílogo del incidente -con las visitas de las señoras implicadas al rey emérito, convaleciente de una intervención quirúrgica-, según las reacciones populares, no sirvió para cerrar un incidente, engrandecido en las tertulias de radio y televisión, las columnas de la prensa escrita y los memes, dirigidos hacia los comportamientos que, tanto por exceso como por defecto, enlucen o deslucen a las personas de cualquier edad y todo rango.