Hace algún tiempo tuve que tomar una decisión personal: militar en un partido estatal, con sede en Barcelona o en Madrid, o defender la tierra, el país y el Estado desde una formación nacionalista de obediencia canaria. Y elegí lo segundo. Y lo hice porque creo que España se construye de abajo arriba. Pero sobre todo porque estaba harto -y más que me he hartado- de que los aparatos de los grandes partidos no hagan otra cosa que preocuparse de los resultados electorales, del asalto al poder y de intentar ganarlo a cualquier precio. Los años, desgraciadamente, me han dado la razón.

Hace pocos días dos partidos nacionalistas, Coalición Canaria y el PNV, han logrado impulsar las pensiones de este país. Nosotros apoyamos subir las más bajas y el PNV ha rematado el asunto con un incremento de las pensiones similar al IPC. Lo más significativo que es de entre ellos, más de cuatro millones de personas que reciben prestaciones con las que no se puede vivir, van a tener un pequeño, pero significativo incremento, por encima del incremento del costo de la vida. Es el principio de camino hacia unas pensiones más dignas para todos. Y el primer paso siempre es importante. Dos partidos nacionalistas han dado ejemplo de que no sólo gobiernan para defender los intereses estrictos de sus ciudadanos, sino los de todos los españoles. Mientras tanto, al otro lado, grandes partidos de izquierda se oponen a medidas como esta, no porque estén en contra -que no lo están-, sino porque su estrategia consiste en no colocarse nunca del lado del Gobierno de "los otros", aunque la medida que se discute sea objetivamente buena para todos.

Estos días se discuten en el Congreso los presupuestos generales del Estado. Y ahí me he vuelto a encontrar con los argumentos que me llevaron en su día a pensar en clave nacionalista. Me encontré con el discurso limpio y sencillo de Ani Oramas que habla, negocia, convence con lo que nos interesa a los canarios. Son unos presupuestos claramente buenos para estas islas. Unas cuentas en la que nos jugamos muchos millones de euros de una financiación que empieza a ser justa para Canarias. Y nos jugamos, además, el abaratamiento de los vuelos aéreos y el transporte de mercancías entre el Archipiélago y el resto de España.

Sería lógico que los quince parlamentarios que representan a estas islas votaran en consecuencia. Porque votar en contra de los presupuestos sería votar en contra de los intereses de sus ciudadanos. Pero será así. Porque el sentido de las votaciones en los grandes partidos, los partidos que tienen su sede principal en la Península, lo marcan los jefes de filas. Lo que nos lleva a la desagradable evidencia de que cuando las personas de Canarias eligen un o una representante en las Cortes, si es de un partido peninsular, se lo está entregando a los dirigentes de esa organización: harán lo que ellos manden, no lo que conviene a sus electores. ¿Alguien piensa que Ani haría eso? Yo creo que no. Porque lo que ella hará siempre será velando por los intereses de estas islas. Por encima de todo.

Si reflexionamos en lo que pasa con los diputados canarios de las formaciones peninsulares, aparentemente esto tiene muy poco sentido en un país donde las actas son personales. Un país donde los diputados, senadores y cargos electos si abandonan su partido pueden quedarse en sus escaños, porque son de su propiedad y no de los partidos en cuyas listas van. ¿Y por qué entonces se someten a la jerarquía cuando les exigen votar en contra de quienes les eligieron? Pues por eso mismo. Porque fueron en unas listas y quieren volver a ir. Y saben que los ciudadanos eligen, pero primero les seleccionan los aparatos de los partidos para ponerles en las candidaturas. Y si no pasan el ''primer corte'' ya no estarán en el segundo.

Es cierto que para que exista una organización tiene que existir una dirigencia. Pero lo menos que se le puede pedir es que actúe en coherencia con el beneficio de los ciudadanos. A un canario no se le puede obligar a que vote en contra de Canarias. Pero se hace. Por esa simple razón opté por militar en un partido de obediencia canaria. Porque en Coalición no se dará jamás una circunstancia en que alguien obligue a actuar en contra de los intereses de las Islas.

Afortunadamente ese mal de altura no llega a la política local. Esta pasada semana hemos celebrado un pleno en el Cabildo de Tenerife para discutir el estado de nuestra Isla. Y aunque los diferentes partidos políticos tienen en muchos asuntos diferentes puntos de vista -o diferentes matices- es imposible encontrar en nuestra Corporación actitudes o comportamientos que vayan en contra de los intereses de quienes representamos. Ocurre que la oposición señala las cosas que no van y quien gobierna toma nota y destaca lo que funciona. Y ese mecanismo siempre redunda en beneficio de todos. Este año el Cabildo ha gestionado 146 millones de euros más que el año pasado con una ejecución presupuestaria del 91% y nuestra isla lidera la creación de empleo y el crecimiento económico. Se lo estamos poniendo difícil a los críticos. Pero no nos llamamos a engaño. El reparto de la riqueza sigue siendo insuficiente y tenemos el reto de tirar de los salarios. Necesitamos solucionar el problema de nuestra movilidad y potenciar aún más el transporte público. Y debemos impulsar el crecimiento de actividades complementarias a nuestro sector de éxito, que es el turismo, el comercio y los servicios. Todo eso, y mucho más, nos queda por hacer, aunque vamos por el buen camino.

Ese trabajo pendiente lo haremos con nuestro propio esfuerzo. Podremos equivocarnos y rectificar. Pero dependerá de nosotros mismos. Al menos nos queda el consuelo que ningún jefe de Madrid o Barcelona nos llamará para indicarnos lo que tenemos que hacer. Creo que estos días, con el asunto de las pensiones y de los presupuestos, ha sido más bien al revés. Desde Canarias, los partidos de aquí hemos dado más lecciones para ayudar a construir un país de las que los partidos peninsulares pueden darnos. Es lo bueno que tiene ser mayores de edad y no estar subordinado a nadie.

*Presidente del Cabildo de Tenerife