Sabemos el valor relativo y cambiante que tienen las encuestas, dado que no es una foto fija, sobre todo las sociopolíticas, y más aún cuando queda un año para las elecciones autonómicas y locales. La de días pasados realizada por Técnicos de Socioanalisis debe despertar cierta preocupación porque entre los datos del sondeo, en lo concerniente al porcentaje de los entrevistados que se "sienten canarios", hay que considerarlo como una pregunta de máximo calado, pues su respuesta nos pone en el camino de saber cómo está la conciencia nacionalista, que es el motor decisivo para lograr la construcción nacional de Canarias; objetivo prioritario del nacionalismo consecuente.

Solo un exiguo 6 por ciento se declara canario y el espectro social que identifica a los canarios con España es muy alto, un 46%, y un 33% se siente bastante identificado. Ante estos posicionamientos, pueden obtenerse variadas conclusiones, pero quizás la más significativa sea que los ciudadanos del Archipiélago carecen de una autoestima suficiente, así como padecer un déficit de elementos vertebradores de una cultura social y política que pueda fundamentarse en el tiempo y, según soplen los vientos de la historia, en el deseo de transitar por el derecho de autodeterminación de Canarias.

Ante esta situación, por supuesto a pesar de saber que es cambiante, sí tiene que hacernos pensar que el camino del nacionalismo canario está rodeado de portillos que dificultan el salto para perseguir mejores y más deseadas metas.

Siempre he pensado y mantenido que el nacionalismo tiene que comenzar desde la escuela y reafirmarse con todos aquellos dispositivos políticos y organizativos que puede tener en su manos, desde la TVC, hasta medios potentes de difusión que pongan en los diferentes escenarios del debate cuál es la aportación ideológica del nacionalismo, que debe ser fuertemente diferenciadora con otras ideologías porque así lo exigen la geografía, la cultura y, sobre todo, nuestra historia.

Y opino que la razón fundamental que pudiera estar en las repuestas, que de no modificarse son preocupantes, es que nos hemos distanciado de nosotros mismos, y muchas veces por inercia individual, al ser influenciados reiteradamente y durante siglos por un proceso de aculturación que ha situado a muchos fuera del ámbito ideológico y hasta sentimental del nacionalismo.

Pero no hay que mirar atrás ni con ira ni con nostalgia porque aún se está a tiempo de enderezar la deriva nacionalista y que sea con un lenguaje que lo entendamos todos, que sea "pancanario" para desarrollar nuestro protagonismo, para que no nos cuenten cuentos chinos, porque el futuro podrá ser incierto pero si dejamos atrás las capillitas seculares que han habitado nuestra tierra y se elabora una conciencia nacionalista robusta, llegaremos a romper moldes y encuestas que más de una vez están mediatizadas e interesadas.

El nacionalismo abrirá más su espacio político cuando asumamos con más fuerza lo que somos y lo demostremos, para que la conciencia nacionalista no se acantone sino se universalice. Y, como hemos dicho y muchos han reiterado: pensemos Canarias como isla única evitando el perdernos en fárragos centrifugadores e insularistas.