Últimamente las noticias se suceden tan precipitadamente que, cuando uno decide ponerse a escribir, no sabe muy bien qué tema tratar; porque cualquiera que elija se quedará obsoleto incluso antes de que este se publique. También es verdad que si uno se rige por ciertos medios de comunicación que presumen de tener por bandera el sectarismo y que cuando enganchan una crónica, da igual que sea veraz o no siempre y cuando se trate de meterse con la derecha -ya saben aquello de que la verdad no te estropee una buena noticia-, la explotan hasta exprimirla a ella o al protagonista de la misma; al final uno puede caer en la tentación de hacer seguidismo espontáneo y terminar, como ellos, crucificando al señuelo de turno.

Esto me recuerda a todo lo que ha sucedido con Cristina Cifuentes, y su ya famoso máster, y su posterior vídeo que la llevó a la inevitable dimisión como presidenta de la Comunidad de Madrid. La verdad es que cuando surgió todo este embrollo, y los medios afines y proclives a airear escándalos y a vapulear a la derecha en general, al PP en particular y al gobierno sin excepción, vieron un filón que no se podían perder; de hecho, han estado machacando a la pobre Cristina Cifuentes durante treinta y cinco jornadas seguidas, tropecientas horas al día, hasta que han conseguido "tumbarla" y acabar con ella política, laboral y personalmente; ahí es nada.

Pues, cuando surgió lo de la dimisión, pensé -crédulo de mí- que ya que se quedaban sin contenidos de que hablar y sin títere al que machacar, igual los citados medios se ponían las pilas y hablaban, aunque fuera solo un poco, del juicio de los ERE de Andalucía. Total, tan solo se trata de casi mil millones de euros defraudados-robados-mal administrados que, evidentemente, no se pueden comparar con los cuarenta euros de dos miserables tarros de crema. ¡Esperanza vana! Al contrario, para juzgar la pasión muerte y sepultura de la ya, por fin, expresidenta, decidieron dichos medios al servicio de la izquierda más radical de este país que, en realidad, no se trataba de dinero -¡será por dinero!-, sino de la defensa de la integridad moral de las personas que se dedican a la política y al servicio público: por lo que optaron por entrevistar de forma edulcorada, casi babosa, ya saben ustedes, poniéndose el entrevistador de alfombra al servicio de la causa, a nada menos que al adalid del populismo más rancio, cursi y peligroso de España, el señor Pablo Iglesias.

Dicho político, que tuvo la desfachatez pocas horas antes, y coincidiendo casi con la defenestración de Cristina Cifuentes, de presentar su proyecto-propuesta de regeneración política para la Comunidad de Madrid y, tras una escenografía donde se recogía el logo de "Nosotras", que sus propias "discípulas" definieron como un tremendo error, al tildarlos a los tres figurantes de "pacto de patriarcas", presentar nada menos que a Errejón y a Espinar como la solución ante la supuesta depravación moral de la derecha madrileña. Tal para cual; ya que si uno arrastra el estigma de haber sido expedientado e inhabilitado por la Universidad de Málaga por haber entregado seis folios a una sola cara y a doble espacio como resultado de un trabajo-beca remunerada con 1.800 euros al mes durante todo un curso; el otro impresentable hizo negocio con un piso de protección oficial, el cual vendió sin utilizarlo, por encima de su precio obteniendo una plusvalía considerable.

Los mismos dichos medios de comunicación se equivocan un día y, aprovechando incluso el 1 de mayo, hablan del papel actual de los sindicatos; y se refieren a que, en vez de defender a los trabajadores en general y a sus problemas laborales en particular, independientemente de sus ideas políticas, se dedican más bien a apoyar a los separatistas vascos y catalanes - así les va que cada día pierden más afiliados-, o, incluso, podrían referirse al nauseabundo apoyo sindical y de la izquierda populista a los de la "Manada de Alsasua" y, por consiguiente, su postura en contra de los guardias civiles y sus parejas, criminal y brutalmente linchados. ¿Para esto han quedado los sindicatos y la izquierda española? Patético. Vergonzoso. Nauseabundo.

Por cierto, que también podían referirse y denunciar a las feministas de toda índole que tanto gritan y se manifiestan por la víctima de Pamplona y se olvidan de las victimas de Alsasua; porque si nos ponemos también a definir a "Las Manadas" y a sus víctimas en función de su origen, condición, ideología y fines que los motivan, estamos aviados.

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