Llega el momento en el que el cambio hormonal, y no por exceso, comienza a hacer efecto. Hombres y mujeres vivirán de forma diferente esta época, pero a ambos les afectará. Algunas personas lo llevarán mejor que otras, pero es curioso el proceso que ocurre en cada persona y cómo lo va a sobrellevar.

Comienza la década del gran cambio, pasando de ser aún jóvenes a "algo mayores", aunque se rivalice con la cabeza, que aún no siente el deterioro que sí es reflejado por el cuerpo. Empieza un período en el que cuerpo y mente ya no van al unísono. La vista no es la misma, la piel no es la misma y la salud tampoco lo es. Que si un dolor aquí, que si un malestar allá, que si pastillas para esto, que si la comida me sienta mal, que si el alcohol no lo metabolizo igual, en fin, comienzan las restricciones y no menos iba a ser en el plano sexual. ¿Quién es capaz de hacer el salto del tigre?

La emoción que prevalece en esta década, si no se lleva bien, es la frustración. La ansiedad que se sentía antes del encuentro sexual por el deseo de estar con esa persona, pasa a la ansiedad de si se logrará tener una buena relación sexual. Se pasa de estar pendiente del otro, a estar pendientes de uno. La mayoría de hombres se concentrarán en si conseguirán tener una buena erección y ¡por Dios!, ¡que se mantenga hasta el final!, y muchas mujeres, debido a la menopausia, en si su vagina les acompañará.

Los problemas a los que se enfrenta la pareja en este período pueden tener muchos efectos secundarios. El hombre se preocupa por lo que le ocurre y lo achaca a muchos motivos, y probablemente ninguno suele ser positivo. No entiende que el riego sanguíneo ya no es el mismo, el colesterol, la tensión o algún otro problemilla pueden afectar a la fluidez de su sangre y, si además está ansioso por su erección, hará que las arterias se estrechen, lo que traerá consigo más dificultad para llevar la sangre a lo largo del pene. Conjuntamente, la testosterona no corre por su torrente sanguíneo como tiempos atrás, produciendo una bajada del deseo sexual, por lo que necesitará niveles más altos de deseo, lo que le preocupará, ya no se activa como antes y tardará más en conseguir la erección, interpretándolo con que algo le ocurre, algo va mal, cuando en realidad, todo es normal. Pueden achacarlo al deseo hacia su pareja, al exceso de estrés, o al cansancio. Buscará nuevas formas de despertar el deseo sexual, de forma individual o con su pareja, las novedades siempre suelen funcionar, pero pasada la novedad, todo vuelve a lo mismo. El hombre puede malinterpretar ambos hechos, pero, sobre todo, el de su calidad de erección, lo que lo llevará a una ofuscación que puede hacer que evite los encuentros sexuales por miedo a "no dar la talla". Se exige, o más bien, le exige a su pene que se comporte como lo hacía antes, y si no lo hace, mal asunto. En estos casos suelen recurrir a la medicación, mientras la tomen y si hay deseo, fantástico, pero el día que no la tomen, será todavía peor, la obsesión será mayor, se busca lo obtenido con anterioridad y la frustración hará que la erección sea un desastre, que la pareja sea incapaz de disfrutar del momento.

A los hombres que pasan por esto habría que informales de que el orgasmo no va unido a la calidad de la erección, eso significa que se puede disfrutar del placer sexual sin tener incluso erección.

Toca el turno de las mujeres, esas cabezas pensantes, la menopausia de verdad que es un desastre, los síntomas físicos y psicológicos son devastadores, lamentablemente la mujer suele envejecer antes que el hombre, y lo que antes era terso y estaba en su sitio, ya no lo está. El cambio hormonal con la bajada de estrógenos afectará física y psicológicamente, la musculatura pierde tonicidad, más concretamente la musculatura vaginal, se vuelve más laxa, perdiendo sensibilidad y lubricación, lo que hará que la penetración sea más molesta si no se usa algún tipo de lubricación. Psicológicamente los efectos serán varios. Puede que se sienta más sensible, más deprimida, más susceptible, todo le afecta. Buscará en su pareja un refuerzo para sentirse mejor, pues ya no se siente deseable, el deseo sexual baja y necesita más afecto. Si lo encuentra será maravilloso, pero cuando no es así se sume en la angustia y, en algunos casos, la depresión. Su autoestima está por los suelos. Y como el período es tan delicado y se está tan necesitado, la pareja no siempre estará. Lo que hará que, si no lo gestiona bien, aparezcan fantasmas en su cabeza, fantasmas que no ayudarán en su equilibrio psicológico.

A todo esto podemos añadir, los sofocos, el insomnio, y que se suele engordar? vamos, un cóctel molotov si no se está bien. Por lo tanto, y resumiendo para todos esos hombres y mujeres que pasan por este período. ¡No es el fin del mundo!, se pasa, pero se pasa a través de la adaptación y la aceptación de que seguimos creciendo, que hemos vivido y que vamos a seguir viviendo. Que hemos disfrutado y que lo vamos a seguir haciendo.

Toca aceptar que se envejece, si hemos aprendido a disfrutar de forma más intensa con el pasar de los años, si hemos sabido saborear mejor las cosas, y hemos sabido darle verdadera importancia a lo que sí la tiene, ¿cómo no vamos a aprender a relacionarnos sexualmente de otra forma, una forma que incluso puede ser más intensa y satisfactoria? Toca relajarse y dejar atrás las consecuencias negativas del pasar de los años. Toca aprender a disfrutar del sexo de forma más extensa, de las caricias, de los tocamientos, del sexo oral, y de tantas y tantas formas que hay de hacer el amor? llegó la hora de seguir evolucionando.

*Psicóloga y terapeuta

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