Como decían los viejos, lo bueno de esto es lo mal que se está poniendo. Me refiero a lo que están haciendo los políticos canarios, metiendo el palo en el charco de las reformas de esta casa solariega de la Macarronesia que es Canarias. Y es que no hay nada peor que cambiar las cosas a medias, en un quiero y no puedo, que lo que hace es confundirlo todo.

Hay un nuevo reformismo político que quiere hacer región. Hacer de Canarias un pueblo para acabar con los insularismos irredentos. Por eso han promovido la creación de una lista regional al Parlamento de Canarias. Es decir, que habría diputados elegidos desde cada isla y otros elegidos a nivel regional. Dos tipos de parlamentarios. Dos clases de canarios flauta en la misma jaula de oro.

Como en estas islas nadie se pone de acuerdo en nada, porque todo el mundo tiene su propia idea innegociable de las cosas, han terminado pasándole la papa caliente a Madrid, para que el acuerdo se tome por los diputados de toda España, que serán los que decidan cómo se eligen los diputados en Canarias. Hasta ahí normal dentro de la anormalidad. Lo que ocurre es que la existencia de esa lista regional se está convirtiendo, incluso antes de nacer, en un quebradero de cabeza para algunos de los mismos partidos que la proponen.

En teoría -por poner un ejemplo- los electores de Tenerife tendrían que votar al Parlamento en dos urnas: en una votarían para elegir a los quince diputados que le corresponden a esta isla y en la otra votarían a la candidatura regional para elegir a nueve diputado de una lista que sería igual en toda Canarias.

Pero, claro, si fuera así, podría ocurrir que la lista de un partido a esta isla sacara más votos que la lista regional de ese mismo partido, porque los candidatos serían diferentes. O lo que es lo mismo, que los cabezas de lista de la candidatura regional se podrían ver con el trasero al aire, con menos votos que los cabezas de lista insulares. Y para complicar más el lío, a los candidatos de la lista regional a partir del segundo puesto habría que obligarlos a ir a punta de bayoneta, porque tendrían muy difícil salir.

Todo lo anterior está provocando una importante flojetud intestinal en algunos líderes que tendrían que mojarse yendo en la lista regional al Parlamento, donde se supone que tienen que ir los "pata negra" de cada partido. La cagalitrosis es de tal intensidad, que ya se está proponiendo que las dos listas, la insular y la regional, vayan en la misma papeleta. Es decir, que el que vote en Tenerife a la lista de un partido tendría que votar obligatoriamente a la lista regional del mismo partido.

¿Sería legal? Sin duda. Pero cabe pensar qué sentido tiene hacer una lista regional que va adjuntada a la de cada isla, utilizándola como un salvavidas para protegerse de la libertad de los electores. Si se hiciera una lista regional de nueve diputados -que está por ver- lo suyo es que se vote en toda Canarias que, a los efectos de esa elección, sería una sola circunscripción electoral con su correspondiente urna.

Unir las dos listas en la misma papeleta es un fraude político. Porque se obligaría a que se vote en dos circunscripciones distintas y a candidatos distintos en una misma papeleta. Es un contrasentido que diluye el esfuerzo de crear una sola región y un solo pueblo sobre el mismo mar y tralará. Es una trampa, una muestra de pánico preventivo y un refugio para la cobardía de políticos que se han dado cuenta de que es mucho más seguro protegerse con el electorado de su isla que jugársela por libre ante la decisión de todos los canarios. Porque hay gente muy lista que ya sabe que hay islas donde no les va a votar ni el Tato.

Robarle al elector la posibilidad de elegir libremente a los representantes que quiere votar para su isla y a los que quiere votar a nivel regional -que hasta podrían ser de dos partidos diferentes- es muy poco democrático. Muy impropio de quienes quieren mejorar la "calidad democrática" del sistema electoral canario. Pero les prometo que lo están pensando.

Una sola papeleta no sería la transición hacia una futura lista regional única, sino que la misma circunscripción insular de ahora mismo, sólo que encubierta con otro nombre. Con lo que al final sólo estaríamos aumentando la plantilla del Parlamento con más diputados que serían más de lo mismo. Una estafa política como la copa de un pino.