Indiscutiblemente, la escolarización de los niños menores de tres años ayuda a conciliar la vida familiar y laboral, contribuyendo, asimismo, a mejorar el rendimiento escolar futuro.

En Canarias, en el año 2016, solo el 4,5% de los niños estaban escolarizados en centros públicos en el primer ciclo de la Educación Infantil, de 0 a 3 años, y el 9,6% en centros privados. Para que sirva de referencia, en Castilla La Mancha y en el País Vasco, con una tasa de población infantil similar a las Islas, el índice de escolarización en centros públicos es del 21,5% y del 28%, respectivamente. En ambas comunidades autónomas, el número de alumnos en el sistema público era superior al registrado en el privado. De ello se deduce que la inversión pública en Canarias es deficitaria, dado que la oferta de plazas es insuficiente para atender las necesidades educativas de la población infantil.

Encontrar plaza en una escuela infantil pública, en Canarias, es casi imposible, mientras que en una privada las esperanzas no son mucho mayores. Por ello, la falta de escuelas para niños de 0 a 3 años está provocando un auge sin precedentes de ludotecas que nada tienen que ver con las escuelas infantiles, antaño llamadas guarderías.

Efectivamente, no es lo mismo una ludoteca que una escuela infantil, ya que las diferencias y cometidos son notables. La palabra "ludoteca" deriva del latín "ludus", que quiere decir juego, juguete. La ludoteca ofrece al niño un espacio para jugar, adecuado a su edad e intereses, poniendo a su disposición diversos juguetes y materiales, así como la posibilidad de relacionarse con otros niños de diferentes edades, bajo la supervisión de educadores, y aunque en la práctica funcionan casi como escuelas infantiles, la legislación, cometidos, instalaciones, personal, etc., que rige para las escuelas no es exigible para las ludotecas. Por el contrario, las escuelas infantiles no solo pretenden guardar, cuidar, entretener y alimentar a los niños, sino también se busca estimular su desarrollo físico, psíquico y emocional, para lo que disponen de instalaciones apropiadas y personal cualificado en Educación Infantil que sigue un proyecto educativo. Una escuela infantil no es una guardería, ni una ludoteca.

Son muchas las familias canarias que, por falta de una red pública de escuelas infantiles, no encuentran una plaza para sus hijos. Lo que les obliga a acudir a una escuela privada, con el coste que ello supone y, en no pocos casos, a privar a muchos niños de uno de sus derechos más elementales: el derecho a la educación.

Así es. La Constitución Española así lo recoge: "Todos tienen el derecho a la educación" (art. 27.1). "Los poderes públicos garantizan el derecho de todos a la educación, así como a la creación de centros docentes" (art. 27.5). Igual de contundente son la Declaración Universal de Derechos Humanos y la Convención sobre los Derechos del Niño.

Para que este derecho pueda ser ejercido por todo el que lo desee y necesite, es necesario: a) Que todos los niños tengan la posibilidad de acceder a una plaza en una escuela infantil. ¿Pueden los niños de 0 a 3 años ejercer este derecho? No. b) Que el coste de una plaza sea asequible a cualquier familia. ¿Pueden todas las familias encontrar una escuela infantil en estas condiciones? No. c) Que el primer ciclo de Educación Infantil sea impartido y tutelado por la Administración autonómica a través del establecimiento de una red pública de escuelas infantiles al alcance de todos. ¿Existe esa red? No.

¿Por qué no se crean más escuelas infantiles públicas? Esa es la solución que reivindican las asociaciones de padres, aunque de la Administración solo reciben promesas y mucho bla, bla, bla.