Repasando las notas de tiempo atrás, que publica esta Casa diariamente, y que a mí me sirven para recordar acontecimientos pasados, leo con interés que hace 50 años arribaba a nuestro puerto chicharrero el buque escuela de la Marina alemana "Gorch Fock", al mando del capitán de navío Peter Lohmeyer.

De inmediato he rebuscado en el baúl de mi memoria para interpretar la relación de este nombre con la realidad histórica de un pasado todavía cercano. Este marino, nacido el 2 de enero de 1911, en Zanzíbar, y fallecido el 28 de mayo de 2002, en Schleswig, traía consigo un bagaje de experiencias bélicas de su etapa como comandante del submarino "U-651" en sus misiones por el Atlántico Norte, torpedeando y hundiendo los mercantes que en convoy partían desde Inglaterra para cruzar el océano hasta América. De esta manera, en su primera misión consiguió hundir dos barcos; el "SS Brockley" y el "SS Grayburn", siendo acosado, acto seguido, por la flotilla del caza-submarinos "Johnny Walker", que lo dañó seriamente con cargas de profundidad, obligándolo a emerger y entregarse con toda su tripulación de 45 miembros, hundiendo posteriormente su nave para siempre. En esta acción intervinieron dos destructores, un dragaminas y dos corbetas: la "Caléndula" y la "Violeta". Siendo esta última la protagonista del relato, pues en su quehacer bélico consiguió hundir otro submarino, el "U-641", del comandante Horzt Rendel, prestando otros muchos servicios hasta su desaparición definitiva en Bilbao (1970), cuyo jefe de Máquinas, tío carnal mío, desempeñó con tesón su esfuerzo para mantenerla activa hasta que se le corrió soplete y fue desguazada.

Años después, ascendido a capitán de navío, regresó de nuevo a Tenerife y en esta estancia citada, departiendo con el recordado periodista J. Antonio Padrón Albornoz, entonces redactor jefe, el propio marino le fue narrando estos hechos reseñados anteriormente, al mando de tres submarinos combatiendo a los aliados. En el calor de la charla, nuestro entrevistador le interrumpió y le invitó a trasladarse a la popa del buque escuela. Asomados por la borda, contemplaron un pequeño carguero de nombre "Claudio Sabadell" que sesteaba plácidamente mientras le llenaban sus pequeñas bodegas de bombonas de butano, con destino a los puertos de Ceuta y Melilla; fletado por la Distribuidora Industrial (DISA). La pequeña motonave era, nada más y nada menos, que la excorbeta "Violet" (Violeta), autora de la avería de su submarino y posterior rendición.

Tengo constancia de que el marino no pudo contener una lágrima de emoción, al contemplar años después a quien había sido su verdugo de entonces, durante una tormentosa mañana de junio de 1941 en el Atlántico Norte.

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