La decisión de EEUU de romper el pacto nuclear con Irán, junto con la subida del oro negro, que superó esta semana los 75 dólares por barril, para favorecer, seguramente, al modelo productivo del petróleo mediante "fracking", que volvería a ser rentable por encima de cincuenta dólares/barril.

A esta situación deberíamos aparejar, a corto plazo, la subida de los tipos de interés y la fortaleza del dólar, que ha sufrido en una primera oleada Argentina, y que amenaza con contaminar posteriormente al resto de países latinoamericanos y, por extensión, a aquellas empresas multinacionales que mantienen importantes inversiones en esos países, como son las españolas, aunque contuvieron sus inversiones en los últimos años.

La principal inquietud para la economía española a corto plazo proviene de la subida del petróleo, que puede restar más de siete décimas del crecimiento, que serán compensadas, inicialmente, por la alta tasa de crecimiento económico de nuestro país.

La subida de precios del petróleo traerá consigo un más que previsible aumento de la inflación y una más que probable subida de los tipos de interés, tanto para la deuda privada como pública, que conllevará la ralentización del crecimiento económico y la creación de empleo actual.

Una situación para la que ya estamos preparados y sobre la que tenemos experiencia para saber que, al no poder devaluar la moneda, solo nos queda la senda de la productividad interna y la competitividad internacional, así como continuar con las reformas necesarias en profundidad.

En Canarias mantendremos, según los últimos informes presentados, la posibilidad de crear empleo incluso con el frenazo de la actividad turística, haciendo cada vez más necesario poner en valor nuestros incentivos económico-fiscales en el mercado interno e internacional, con el fin de incrementar la renta de las familias con la inversión en unos sectores que están trayendo consigo un mayor valor añadido y un efecto arrastre importante en los sectores tradicionales establecidos.

No hablo de una nueva crisis, sino de recuperar la realidad de la economía sin tipos de interés anormalmente bajos y una dependencia estructural de la energía e inversiones extranjeras que solo superaremos si las reformas practicadas son eficientes y hayamos ganado suficiente competitividad.