Leía días pasados un articulo de Manuel Cruz, catedrático de Filosofía Contemporánea en la Universidad de Barcelona, que me despertó un cierto entusiasmo y no me causó rémora alguna. Comentaba el citado articulista el regreso de la filosofía-sonajero donde diferenciaba con rigor lo que se puede entender por filosofía mundana, retórica, o si se quiere, puro sofisma, con la filosofía académica.

Referente a la filosofía mundana que es la que se ha establecido en ese artificio de las redes sociales que la mayoría de las veces es lo más antisocial nunca visto, si es verdad que ha reforzado su establecimiento en el espacio publico. Y con el efecto sonajero se logra una amplificación sobre cualquier tesis mantenida por los que se asoman a las ventanas de la información o divulgación.

La presencia de la "filosofía sonajero" impregna a la sociedad muchas veces de manera mimética llegándose al final que lo que resulta de todo ello "no será más que mera pirotecnia y charlatanería insustancial revestida de ropajes filosóficos y de citas de tercera mano, una falsa divulgación que se limitará a a hacerse eco, como reconocimiento ya divulgado previamente por otros".

Ahí estoy de acuerdo desde hace tiempo en que las redes sociales han ido subvirtiendo el poder de la convocatoria, de los que adalides del sofisma y de la retórica impulsaban sus pensamientos romos a través de unas sentencias que emitían como contundentes y criticas no pasando de ser mera copia de las opiniones dichas en otro lugar por los que permanecían no tan a su aire como ellos pero si sustentados por la filosofía académica.

O sea que el sonajero, su regreso a este espacio para la filosofía mundana se aprecia , y ahí la gran paradoja elevado a la cima del deslumbre que aunque solo pretenda iluminar o confundir si que funciona como un hilo conductor que ejerce mas influencia que aquellos que ejercitan una filosofía de provecho para el pensamiento y, sobre todo, para una sociedad bombardeada por fárragos a la que intentan no transformar, pero si poner sobre aviso por donde discurre y que tropiezos posibles pueden encontrar en su camino.

En realidad la retórica o el sofisma desdeña la palabra exacta, el constructo adecuado que lo que pretende es largar palabras exentas de responsabilidad y derivadas hacia la búsqueda fragmentaria de una concreción enclenque encerrada en su propio círculo.

La filosofía-sonajero, su regreso, también nos trae la paradoja que está contribuyendo, aunque sea de una manera lenta, a que los partidarios del "gran bostezo" sean cada vez más.

Pero mientras, si seria bueno que usemos más la lógica, la racionalidad y el pensamiento que permanecen orillados y ensordecidos por tanto ruido que se establece a su alrededor que no deja comprender que lo único que arroja luz sobre el mundo es una idea potente y "a ser posible dentro de una argumentación articulada".