Estimulados por las últimas bonificaciones de residencia, los viajes interinsulares nos permiten seguir, completar y matizar conversaciones pendientes en varias geografías y, para disgusto nuestro ante la mediocridad pertinaz de los actores, repetirnos en posiciones que son lógicas o consecuentes pero, sinceramente, nada gratas. Resulta descorazonador, según un colega majorero, denunciar el abuso de poder y la mentira continua del demagogo Maduro que, para alargar y agravar la tragedia total de Venezuela, montó y ganó el fraude electoral del 20 de mayo; y que, pese a las maquinaciones del aparato represor, dejó la mayor abstención conocida. Naturalmente, entró en danza Rodríguez Zapatero y su inaudita mediación entre un sátrapa y la nada, porque la oposición lo rechaza y el pueblo lo abuchea. Entró en la historia por la extensión de derechos y saldrá de ella como el recadero de un régimen condenado por la comunidad internacional que tampoco entiende la inútil y patética actuación del político español.

Unas horas después, en Las Canteras, un culto y sensato catalán con querencias repartidas entre las Islas y el continente, recordó al grupo su pedigrí -ocho apellidos, como en los filmes de Martínez-Lázaro- y su irónico desdén hacia el guardés del fugado Puigdemont. "Lo menos que podemos pedir a un político es que mantenga criterios e, incluso, errores, siquiera sea por redaños. Ahora Torra exige disculpas a Pedro Sánchez -un fantasma que vemos de vez en cuando- por llamarlo fascista, cuando ese calificativo le acompaña de siempre".

Salió también el diálogo de sordos por las posiciones irreductibles que sólo aspiran a capitalizar el fracaso de un procés sin salida. Cuando la conversación derivó hacia las afirmaciones sectarias del pope único (Pujol), el republicano y católico piadoso católico (Junqueras) que desprecia la evangélica igualdad ante el rango superior de la raza catalana, y la exclusión absoluta del servicial Torra, que califica de bestias para abajo a todos aquellos que no pertenecen a tan selecto clan étnico, del que él es un genuino exponente. "La verdad -remató Miquel Rebull- es que el trío no invita al fichaje". En estas, y recién incorporado a la reunión, un veterano diputado grancanario nos espetó: ¿Ya saben lo de Zaplana?. Y la cosa siguió con sumas, malas sumas.