España tiene una consorte que el pueblo adora. La reina Sofía. En cierta manera más real que la propia Isabel II. Nuestra reina emérita es nieta de rey, madre de rey, esposa de rey e hija de rey. Sin embargo Isabel II no es esposa de rey. Sofía es consorte y ahí radican mil claves. España, como Saturno devora a sus hijos, y la familia real no es ajena a ello. La hemos despedazado con mil estupideces y grandes lagunas que muestran el funcionamiento de una república. Mantener una república en el primer mundo es más caro que mantener una casa real, pero dicho esto, la monarca inglesa, que ha tenido todos los líos habidos y por haber en su familia, es un símbolo ante el que todos se cuadran. Es como la bandera o el presidente de Estados Unidos, ahora excepto Trump. Es de todos los norteamericanos. Mientras a España la vapulean los independentistas, Inglaterra creó el Reino Unido para integrar a Gales, Irlanda y Escocia. Y su líder es Isabel segunda. Algo similar pasó con los cantones suizos y los landers alemanes. Y España tiene un modelo de país que recomponer o salta en pedazos.

Este fin de semana leía un post en el Facebook de Mariam Moragas que realmente me llamó la atención. Eran los presidentes americanos que habían acudido a Londres a besarle la mano a esta reina. Primero fue Harry Truman, tras él Eisenhower, luego Kennedy, Nixon. Más tarde llegaron Ford, Carter, Reagan, Bush (padre), Bill Clinton, Bush (hijo) y Barack Obama. Y estamos a la espera de Trump.

@JC_Alberto