Se está gestando en el Parlamento Vasco la elaboración de un nuevo Estatuto que intenta dejar atrás el de Guernica, al que consideran que si bien ha sido positivo en algunas cuestiones se ha quedado a medio camino porque no se ha desarrollado en su totalidad por el bloqueo establecido sobre algunas trasferencias por parte de los gobiernos centrales.

Con el apoyo del PNV y EH Bildu se ha aprobado la propuesta del Preámbulo de la Ponencia de Autogobierno recogiendo el derecho a decidir que conduzca a desarrollar una relación bilateral y confederal con el Estado.

Con referencia a la relación de bilateralidad inciden en que sea de igual a igual, de respeto, de reconocimiento mutuo y de naturaleza confederal de tal manera que el Estado y Euskadi se reconozcan como sujetos políticos. Ademas este Preámbulo remarca que el " pueblo vasco es una nación y que Euskal Herria es un pueblo con identidad propia que está asentado geográficamente sobre siete territorios políticamente articulados en dos estados, el español y el francés".

Esta Ponencia de Autogobierno no se hará a espaldas del pueblo, sino que será a través de la voluntad libre y democráticamente expresada por la ciudadanía vasca tanto por medio de consultas como del Parlamento vasco. Contempla pues el "derecho decidir" como " la capacidad de los vascos para decidir, expresar y ejercer su voluntad colectiva de cara a la consecución de formulas de convivencia y de establecer mecanismos que garanticen que los compromisos alcanzados sean respetados".

En este Preámbulo está el quid de la cuestión dado que en la vigente Constitución de 1978 será difícil de encajar si es que no se adquiere una nueva mentalidad sustentada por la razón política que entienda que la relación entre territorios tiene que ser diferente a la actual y que hay que tender a la descentralización, a la que tanto el PP como Ciudadanos están por todo lo contrario.

Pero no cabe la menor duda de que por esa senda de la confederación se encontrará el mejor comportamiento político entre los territorios hoy integrados en el Estado español y que tendrá que ser la solución adecuada, y que resolvería problemas que están unos latentes y otros en plena efervescencia como es el catalán.

Es necesario una Segunda Transición que comprometa a los pueblos y al Estado para que este deje de ser onnimodo y caminar entre los linderos donde el entendimiento sea el protagonista y el resentimiento y la desconfianza se depositen en la cuneta de la historia. Con los estatutos, aun los de nueva generación, se abren más los espacios político-administrativos, pero no se llega a la plena satisfacción quedándose muchas cuestiones pendientes.

Seguramente el proyecto de Estatuto que pretende impulsar y desarrollar el nacionalismo vasco encontrará un sinfín de trabas para ejecutarlo pero será, tarde o temprano, por donde la ideología nacionalista del futuro camine si quiere identificarse como tal.