Desde la infancia estoy unido a un lugar y a una gente que, en cuanto las circunstancias me lo permitieron, se convirtió en residencia habitual. Nada me resulta ajeno en su geografía y en su estilo de vida y, dentro de la sistémica languidez de la Isla, fue y es una valorada excepción por el ingenio y tesón de sus vecinos.

El pasado 30 de mayo, este pueblo mostró sus realidades y habilidades culturales a través de un programa monográfico de la televisión autonómica, que distribuyó estratégicamente varios sets en los treinta kilómetros cuadrados del municipio. Enseñó sus potentes y mágicos paisajes, desde el dique boscoso de Cumbre Vieja y las mimadas medianías hasta su risueño litoral, con la extensa playa que linda con el puerto insular; sus templos -la parroquia de San Pedro y las ermitas de la Concepción, San Miguel y San Isidro- y las casonas solariegas; sus artesanías, exigentes que suman labores tabaqueras y delicados textiles; su folclore, con palos autóctonos y temas mestizos, para los hitos festeros del año.

En el parque de los Alamos, el programa dio tiempo a los asuntos locales, expresiones y deportes vernáculos y que contó con dos referencias de lujo: Aduares, con música de Canarias y América, y la Agrupación de Castañuelas, reliquia folclórica con magnífica salud y vinculada a las Navidades. Los espectadores descubrieron, o reconocieron, una localidad luminosa y alegre, con un expansivo casco urbano, marco de un sector de servicios que, tras sufrir y resistir la crisis, emergió como eficiente motor económico de un territorio de extraordinarias posibilidades.

En el ámbito palmero, destaca su eficiente política social que, en los últimos años, impulsó la residencia de mayores, el centro de día y entes de empleo y ocupacionales para atender a los grupos más desfavorecidos. El alcalde, Jonathan de Felipe, destacó la prioridad de estos objetivos y apuntó como mayores activos de Breña Alta, "la honradez, la laboriosidad y la unión de todos los vecinos en defender su historia y su patrimonio y, con igual ahínco, sus proyectos comunes". Y citó como "ejemplo de esos valores de tradición y de futuro, al niño verseador Víctor Francisco Hernández, que interpreta con talento y sensibilidad el lenguaje de la décima para cantar las cosas que nos interesan a todos y que nos ha emocionado en este día".