Según expertos del Centro de Desarrollo de la OCDE y de la Banca de África, por estudios verificados han llegado a la conclusión de que si bien el peso de África en la economía mundial, en lo que respecta a la producción y al PIB, este ha mejorado, pasando del 2,4 en el año 2000 hasta el 5,7 en el año 2014, el verdadero problema, que es acuciante y de difícil solución y que es lo más que sangra a este inmenso continente, es la explosión demográfica que sufre.

Desde la década de 1960, la población subsahariana ha pasado de los 225 millones de habitantes a los 715 millones actuales. Según el sistema que utiliza la ONU para calcular el crecimiento demográfico, África tiene un aumento de 200 millones de personas cada década, lo que quiere decir que para el año 2020 puede llegar a los mil millones de habitantes.

Y otra cuestión sangrante para el continente es la implantación de la terrible enfermedad del sida que afecta al 18 por ciento de la población y que deja 10 millones de niños huérfanos.

El africanista francés Jean Francois Bayar llega a manifestar que África se ha convertido en una especie de régimen guerrero que regula la alternativa en el poder, el acceso a la riqueza, la movilización política de la juventud, la legitimación de las autoridades, el cambio social entre la relación de sexos, la modernización tecnológica que coincide con un telón de fondo oscuro que es el fracaso de una correcta política distributiva.

África se desangra, la peste, el sida, el Ébola, la hambruna, las guerras tribales y la influencia económica de las multinacionales que tienen a los países de África con boquetes desgarradores, por donde se derrama la sangre de un continente destinado al fracaso, a no levantar cabeza porque no tiene disponibilidades propias para hacerlo, y aun teniéndolas se le estrangula porque para el crecimiento de lo que llamamos "mundo desarrollado" es necesario que muchos países, incluidos los africanos, vivan en el más inclemente subdesarrollo.

Las heridas de África no se pueden cicatrizar fácilmente porque su extensión es amplia y desordenada que cuando se intenta suturar por un lado aparece la hemorragia por el otro, y cuando no, es la rivalidad tribal, es el desamparo.

Además lo que importa es que África este empobrecida y mendigante porque el comercio de las armas y la explotación del hombre por el hombre no cesara y simplemente hay que tener cualquier pretexto para que los poderosos intervengan y sigan forrándose a expensas de las calamidades y carencias de los menesterosos.

No es que seamos fatalistas, pero si que por nuestra proximidad al continente sabemos con certeza que los impactos de esa hecatombe social no es que se trasmita a nuestras islas, sino que nos sitúa como testigos de una de las mayores deflagraciones sociales que la humanidad tiene ahora mismo y que entre todos tendremos que cohibir la hemorragia africana y poner lo que se pueda y más para suturar la herida abierta de África. Canarias lo hace.