Los hay mentirosos compulsivos. Conozco a uno que se compra una corbata y al mediodía él mismo dice, porque así lo cree, que se la regaló cualquier celebridad. Y esto es una enfermedad. En cuestión de parejas los hay también de la misma índole. Personas que se sientan delante de sus parejas y mirándole a los ojos aseguran que no están siendo infieles, cuando lo son desde siempre y es manifiesto que no tienen dignidad. Pero "poner los cuernos" no es lo malo, lo peor con la pareja es la deslealtad: la mentira. Hay parejas que son las más fieles del mundo y las más infelices, y otras, las más liberales y las más felices. Y en medio cabe todo lo consensuado. La mentira a borbotones es el miedo de las mentes estrechas a llegar a un acuerdo, el temor a perder, la incapacidad de aceptarse a sí mismas tal y como son, y que las vean así: y eso es un infierno. Cada día en España se rompen cinco matrimonios, y lo fácil es decir pues que no se casen y santo remedio. Pero si los más ancianos persisten, después de quinientos años de matrimonio la institución se está renovando, y digamos mejor la unión entre personas. Ese antiguo no hago nada sin ti, me muero sin ti y no hago nada si tú no me miras para que tú hagas lo mismo y en definitiva nadie haga nada, ya ha cambiado.

Hoy en cambio en amor solo se puede sentir desde la libertad, y se necesita un respeto infinito de la libertad individual del otro. No se puede amar encadenado o sometido. Y hasta el término infiel, hoy en día ha tomado otra dimensión. Hoy se quiere probar a ver si es aquella la persona adecuada para llevar a cabo mi proyecto de vida, y no es fácil. Hoy todo es distinto y lo único exigible en tiempo de cambios es la lealtad, que es mucho más importante que la fidelidad. Es cumplir y poder mirar a los ojos a tu cómplice de vida con la claridad de sentir que no eres un mentiroso o una mentirosa por mucho que hayas hecho. Y eso, que es gran parte de la felicidad, solo lo logran las mentes abiertas.

@JC_Alberto