Para este país, que se rige más por el fútbol que por la deriva política, lo sucedido estos días pasados, con el inesperado apoyo nacionalista a Pedro Sánchez, que ahora tendrá que asumir el arduo papel de regidor de nuestros destinos cotidianos, y cuyo papel principal será contentar a los que le han prestado sus apoyos para consolidarse en un Gobierno que despierta dubitativo y sin saber a qué atenerse para satisfacer a todos. A partir de ahora, al flamante nuevo mandatario no le va a quedar más remedio que apechugar, sin dar falsas esperanzas a los millones de pensionistas frustrados, a los que se les ha tomado el pelo de forma descarada y resolutiva, mientras que el capital sigue alimentando sus haberes con las inyecciones de dinero público para cuadrar sus cuentas.

Confieso sólo haber visto los resúmenes de la crónica parlamentaria, en donde han sido muy elocuentes, antes de perder los opositores a la moción de censura, parte de sus prebendas ejecutivas. Ni qué decir de los codazos que se estarán dando los ambiciosos para tocar poder, aunque sea poco relevante. Pero de lo que sí estamos de acuerdo es que la pasada noticia de la lluvia de millones para Canarias, ha quedado relegada por el previsible parón de la aplicación de los presupuestos, que un asesorado Sánchez consideró oportuno referirse para declarar que se van a aplicar sin interrupción en su programa de gobierno. Algo que, desde la desconfianza ciudadana, nos huele a falacia provisional para demorar la aplicación del maná resultante, porque, en definitiva, tras el suspiro de alivio vendrá el otro aún mayor de la decepción cuando las cuentas no salgan como predijo el recién nombrado mandatario; cuya misión primordial será cumplir con los compromisos de apoyo a los antiguos miembros de convergencia catalana y a los cinco nacionalistas vascos, que han sabido mantener su s escaños en sucesivos comicios anteriores, para poder optar por dar puntilla al PP y a toda su parafernalia de corruptos sentenciados por el caso Gürtel, oxigenando de paso la respiración asistida de un socialista con poco más de 80 escaños para gobernar un país.

Hace unos días, dentro de mis modestos conocimientos de la deriva política en las Islas, saqué a relucir la falta de iniciativa del nacionalismo canario (léanse CC y NC) para consolidar una voz audible en el foro nacional. En su lugar, demostrando nuestra torpeza emuladora, nos hemos sentado a contemplar el hábil apoyo prestado al candidato opositor, aspirante a la Presidencia.

Pasan los años y nuestros partidos políticos no terminan de aprender la fórmula para lograr una atención mayor en el Congreso, aprovechando las hendiduras casuales acaecidas por la falta de credibilidad de la derecha española. En vez de aprender de los vascos y catalanes, seguimos y seguiremos con nuestros provincialismos pleitistas, sumando o restando cifras para obras públicas, sin importarnos la situación económica de la ciudadanía, que en breve se dispondrá a practicar la férrea propaganda de la intimidación fiscal de todos los años, a sabiendas de que los réditos podrían ser lo suficientemente opacos como para pensar en cualquier otra etapa de corrupción generalizada. A debate pasado, mal asimilada ha sido esta lección, que aún no sabemos si concluirá en postureo de un protagonista que aún no ha experimentado llevar las riendas del poder, aplicado a una comunidad antagonista, dispar y excluyente, por nuestra clara debilidad política. Qué triste ejemplo de incapacidad hemos dado.

jcvmonteverde@hotmail.com