La rapidez con la que se suceden los acontecimientos en España apenas deja tiempo para la reflexión y el análisis. Una muestra clara la hemos tenido esta semana con la vorágine de noticias que ha sacudido el panorama nacional: enmiendas a los presupuestos generales del Estado, ayuda humanitaria a un barco con más de 600 inmigrantes, sentencia judicial sobre el caso Nóos, dimisión de un ministro, cese del seleccionador nacional de fútbol... Tal vez por ello conviene mencionar las palabras de Pablo Herreros, experto, entre otras cosas, en comunicación digital, quien estos días visitaba las Islas y llamaba la atención sobre la importancia de primar la ética y los valores en la gestión empresarial si realmente se quiere "ganar dinero de forma sostenible". Una recomendación que puede trasladarse perfectamente al ámbito político, donde, muchas veces, en la búsqueda de éxitos, prima más la estética que los principios. Una prueba clara ha sido el "affaire" Huerta, que ha acabado con la aventura del ya exministro de Cultura y Deportes apenas seis días después de ser nombrado. ¿Por qué? Quizás porque, a la hora de elegir su gabinete, la prioridad del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, fue resaltar la buena apariencia o fachada de este y no que las personas que lo componen no tuvieran ninguna tacha en sus relaciones con Hacienda o la Justicia. Pero, ojo, no porque la foto pudiera velarse o quedar desdibujada, sino por una cuestión de principios, que son los que a la larga mantienen o quitan el poder. El consejo de Herreros es aplicable a todas la actividades de esta vida y permite, igualmente, ser comprensivos con los errores que se cometen a lo largo de ella, pues no incluye la conducta inquisitorial. Eso sí, no es compatible con el postureo o la falsedad, pues incluye conceptos como la transparencia y la responsabilidad personal. Asumir las equivocaciones y no ocultarlas es parte fundamental de que la ética prevalezca sobre la estética.

Es preciso subrayar el gesto humanitario que ha tenido el Gobierno de Sánchez con los 630 inmigrantes que viajaban en el "Aquarius", tras el rechazo de las autoridades italianas a que pudieran desembarcar en algún puerto del país transalpino. Un hecho que debe servir para refrescar a la Unión Europea los errores que se están cometiendo en política migratoria. No solo por la imagen que se está trasladando, sino porque estamos hablando de personas que no pueden quedar abandonadas y a la deriva. Hay que confiar en que la decisión del Ejecutivo español sirva de acicate para abordar este grave problema sin demora. Ya no solo en lo que se refiere a la acogida de los inmigrantes, sino en origen, una labor cuyos resultados tardarán en verse.

Una vez más conviene llamar la atención sobre los movimientos políticos que se están registrando en Gran Canaria y que tendrán sus consecuencias en el resto de las islas, principalmente en Tenerife. El pacto de CC y Unidos por Gran Canaria, aunque sea vendido por sus promotores en clave positiva, tiene un claro objetivo, que la isla redonda lidere el Archipiélago. Más pronto que tarde se verá su verdadera cara. Atenta, Tenerife.