Hace quince días, con antelación sobre lo que ocurriría, decidimos dedicar nuestro artículo de opinión a Mariano Rajoy, en su etapa como presidente del Gobierno del Estado. Hoy, escasos días después de comunicar que abandona su escaño de diputado, la vida política, solicitaba su reingreso como registrador de la propiedad.

Rajoy no se marcha como otros. Ni a consejos de administración, empresas internacionales, libros, conferencias, fundaciones, chalets... No. Rajoy, que se ha pasado casi 40 años en política, ya vive en su vieja casa del barrio de Aravaca, en Madrid, y vuelve a su Santa Pola del alma, que le vio crecer en su profesión. Sin más. Sin aforamiento alguno. Quiere volver a la que fue su vida antes de entregársela a los españoles. Se trata, sin duda, de un signo de amor a este país, además de nobleza y humildad en su despedida.

Tuvimos la oportunidad de tener, en tres o cuatro ocasiones, contacto directo con Rajoy y nunca lo comentamos, pero es el momento de decir que las ocasiones en las que mantuvimos reunión directa, incluida en Moncloa con un servidor como senador, solo demostró una vez más que es un auténtico caballero, con una memoria fuera de lo común y con conocimiento de causa, además de un gran conocedor de la vida de su partido y de las personas. Nunca lo había dicho. Me llamaba por mi nombre, y nos animaba siempre a seguir uniendo quizás dos mundos, el de la cirugía y el de la política, tan distintos entre sí, pero ambos muy importantes para la sociedad. Siempre nos animaba a seguir. Gracias, Mariano.

Mariano Rajoy dice adiós a la política con un currículum vitae auténtico, sin florituras ni adornos, sin querer aparentar lo que no es, y porque con veintitrés años ya era registrador de la propiedad, una de las profesiones más duras del país. Y lo comento porque hemos opositado hasta en cinco oposiciones nacionales de rango superior, culminando hace más de 20 años la de catedrático, y valoramos muchísimo el esfuerzo y la preparación, lo que me lleva a insistir por enésima vez que los cargos no hacen a las personas, aunque muchos se empeñen. Son las personas las que hacen los cargos, y además hay que ser buenas personas y estar preparados, factores que se convierten en un valor añadido.

Mariano Rajoy se ha despedido como se presentó. Siendo todo un caballero de la política, con un compromiso público de más de treinta años impecable, sin saltarse ningún escalón y dejando tras de sí una herencia en positivo.

Deja un país mucho mejor de cómo lo encontró, trabajando a favor de todos los ciudadanos, independientemente de su ideología política o condición. Un país que crea empleo, que ha recuperado su lugar predilecto como potencia de la Unión Europea y que deja lejos la cifra de seis millones de parados que Rajoy se encontró al acceder al Gobierno de la Nación.

Rajoy ha dicho que acepta como demócrata el resultado de la moción de censura, pero que no puede aceptar cómo se ha hecho. Ha considerado un gran honor haber presidido el Gobierno y también dejar una España mejor que la que encontró, palabras que únicamente puede decir un caballero y que ojalá su sustituto pueda decir lo mismo, cuando lo haga.

Rajoy es Rajoy. Hombre sencillo, preparado, ameno, previsible, neutral, amable y cercano. A su forma, y siempre amable. Ha sido uno de los mejores presidentes del Gobierno y del Partido Popular, que ha trabajado de manera incansable por una España con más empleo, con más oportunidades y mayor bienestar para todas y todos los que aquí vivimos, objetivos que ha logrado alcanzar de manera holgada, y con la colaboración inestimable de la ciudadanía de todas las ideologías y de nuestro partido.

No es la primera vez que en estas líneas hablamos de nuestro país y de lo orgullosos que nos sentimos de formar parte de una nación como la nuestra. España es un estilo de vida, valores y sentimientos por el que hemos luchado durante décadas y del que nos hemos provisto mediante un modelo social, democrático, creativo y europeo.

España y los españoles hemos logrado salir de una situación bastante comprometida en la que la sombra de la intervención centraba titulares en la prensa y la realidad de un país venido a menos. Se hizo necesaria la toma de decisiones comprometidas pero necesarias, que nos afectaron a todos pero logrando unos resultados positivos para el interés general.

Hemos pasado de ser el país de la Unión Europea que menos crecía y que más puestos de trabajo destruía, a ser el que más crece y más empleo crea de toda la unión, alejando el fantasma de una nueva crisis o el de una intervención.

Las políticas económicas, aunque drásticas, nos han permitido crear más de dos millones y medio de puestos de trabajo, recuperando el terreno perdido en el consumo y políticas sociales, poniendo orden en el gasto de las administraciones locales y revisando en gastos de las públicas.

Han sido años muy duros y de mala prensa para que hoy podamos decir que estamos cerca de la salida del túnel que nos ha corroído.

Personal y públicamente quiero aprovechar la oportunidad que nos brinda nuestra colaboración quincenal en este medio de comunicación, para expresar mi lealtad e inmensa gratitud a Mariano Rajoy Brey, y al trabajo y dedicación hacia nuestro país y hacia los españoles de todas las ideologías.

Gracias Mariano.

*Senador por Tenerife y concejal del Grupo Popular en el Ayuntamiento de La Laguna