Me parece que una de las profesiones más ejercidas en el mundo es la de pedagogo, y esto por una razón: todos nos sentimos capacitados para ejercer esta profesión. Nos pasamos la vida dando consejos a diestro y siniestro, no solo a conocidos sino a desconocidos. Y lo curioso del caso es que esa capacidad para aconsejar que creemos tener aumenta con la edad. Aduciendo nuestra experiencia, sea de cualquier índole, con ella a cuestas nos enfrentamos abiertamente con los problemas del prójimo y le endosamos un discurso que, a menudo, al aconsejado no le sirve de nada ya que, a priori, ya tiene decidida su manera de actuar al respecto.

Me viene esta reflexión a la mente al constatar la campaña que la Universidad de La Laguna (ULL) está llevando a cabo desde hace algún tiempo en algunos cines con el deseo de cambiar la manera de pensar de la juventud. La alecciona a abandonar los estereotipos que la vida actual pretende imponernos -vivir despreocupadamente, ajena a los problemas con que el futuro la obligará a enfrentarse antes de que se lo imaginen-, y lo hace utilizando una serie de vídeos bastante impactantes. Reflejan estos el machismo exacerbado de algunos que pretenden controlar en todo a su pareja, la dependencia del móvil en la actualidad tan arraigada, la necesidad de no ser un cero a la izquierda..., si bien tengo la triste impresión de que todos estos mensajes no es que sean baldíos pero sí poco eficientes al considerar los objetivos que persiguen, muy loables, por cierto, aunque poco atractivos a una edad en la que solo se piensa en la diversión, a considerarse explotado por el empresariado o a renegar de la vida que a uno le ha tocado vivir -incluso, aunque esta sea cómoda, se aspira a más comodidad-; rara vez se está contento con lo que Dios nos ha dado.

Pero el problema principal, así lo veo yo, radica en que los padres intentan por todos los medios inculcar en sus hijos unos comportamientos, una conducta, que ellos creen los más apropiados para su futuro, sin darse cuenta -mejor dicho, sí se dan cuenta pero omiten esa idea- de que la juventud no aprende de experiencias ajenas; no olvidemos que el hombre es el único animal que tropieza dos veces con la misma piedra, con la tristeza que da saber que ese ''hombre'' en cuestión no puede ser ''otro'' sino uno mismo. Muchos padres actuales hacen lo indecible para convencer a sus hijos de lo dañinas que son las drogas, el alcohol, las diversas adicciones que la tecnología nos ha traído, etc., y eso está bien, ¿pero alguna vez se han parado a pensar en los vicios -vamos a llamarlos así- que ellos practicaban cuando eran jóvenes? No creo que muchos lo hagan, que se detengan a considerar su comportamiento para con sus padres, por lo que no parecen ser personas idóneas para aconsejar las buenas costumbres.

El deterioro de la situación actual es cada vez más perceptible. Las multinacionales, con el consentimiento de los gobiernos, tienen como único propósito comernos el coco a todos para que el consumismo sea nuestro dios. Cambiar de coche aunque el que tenemos funcione bien; comprar ropa que no necesitamos; perfumarnos y calzarnos a un costo increíble; viajar a lugares ignotos por que otros lo hacen...; la relación sería interminable. Pero volviendo al principio: un hurra a la ULL por su campaña. No obstante creo que el futuro de nuestro hijos está en el fomento de la vida familiar, y esta desgraciadamente cada día que pasa está más en desuso.