Mientras la ciudadanía del país se preocupa de las cosas realmente importantes -ver a once jóvenes millonarios en pantalones cortos dedicados a dar patadas a a una pelota- una selecta minoría anda enzarzada en ver cómo consiguen seducirles para que un día vayan a votar y decidan darles su confianza.

El nuevo Gobierno socialista de Pedro Sánchez es, en realidad, un comité de campaña electoral. Tiene por delante una serie de meses en los que trabajarse el electorado que perdió la socialdemocracia española, desencantados ya, en parte, de una izquierda verdadera que ha naufragado entre chalés y contradicciones territoriales. Para sobrevivir a estos meses que vivirá peligrosamente, Sánchez tiene que concentrarse en una política de gestos que marquen la diferencia entre el partido que fue y el que será. Lo que importa es el maquillaje, no el personaje.

Da igual que ahora mismo en las aguas del Mediterráneo haya un millar de inmigrantes flotando a la deriva sin que nadie se ofrezca a recogerlos: lo que queda en la retina es el gesto del "Aquarius". Da igual que el problema territorial de España siga abierto en canal, lo que importa es la foto con Torra y el rey como un símbolo de que las cosas se arreglan hablando. Da igual, exactamente igual, que la precariedad de las pensiones sigan siendo la principal amenaza del Estado del Bienestar, que los tipos de interés estén amenazando con subir y que la deuda de España se pueda convertir en un lastre que se coma -con los intereses que tendremos que pagar- nuestros presupuestos del próximo año. Todo da igual porque de lo que se trata es de conseguir, en los próximos meses, una mayoría suficiente como para que el PSOE sea el partido más votado en unas elecciones anticipadas que aún no tienen fecha.

Los socialistas canarios, siguiendo esa estela, ha lanzado un mensaje: se han convertido en los interlocutores válidos con Madrid. Se acabó el reinado de los dos diputados nacionalistas canarios, Oramas y Quevedo, caídos del pedestal de sus votos imprescindibles. Terreno peligroso. Si eso que se llama "agenda canaria" sale sin problemas, lo de sacar pecho tendrá sus réditos. Pero si se traba el paraguas, en vez de ponerse una medalla se la clavarán.

En el programa de actos figura el viaje a las Islas de varios ministros (ya que no tenemos, nos visitan). Y la firma de algunos convenios que cuelgan de los presupuestos generales del Estado que se negociaron en su día, como el de carreteras. Se trata de escenificar los logros que las Islas han conseguido. Cortar cintas. Si todo se desliza suavemente, los vientos serán propicios. Pero pudiera ser que se tuerzan. Que el nuevo Estatuto naufrague en retrasos. Que algún convenio se atasque. Entonces las cañas se volverán lanzas. Porque los tiempos los marcarán las conveniencias electorales. Cuando Sánchez piense que ha llegado el momento, habrá elecciones y todo se volverá humo de pajas. Así que, a correr.