Y llego el 21 de junio, y con él, el sol y el calor. Desesperados por los rayos de sol que no llegaban, este irrumpió de golpe y por sorpresa. Con él las ganas de playa, de sol, de broncearse y de pasar tiempo de ocio. Los hijos acaban con las jornadas de estudio y los padres empiezan a "colocarlos" en diferentes actividades para poder seguir con la rutina del trabajo hasta que lleguen esos merecidos días de descanso para todos? para todos? sí? todos juntitos.

¡Qué poco acostumbrados estamos a pasar tiempo solos! Sin actividades u obligaciones que nos saquen del entorno familiar y "nos obliguen" a estar con nuestra familia 24 horas al día durante el periodo de vacaciones. Vacaciones, inicialmente, hiperdeseadas en el transcurso, pero que cuando acaban suelen convertirse en un deseoso volver a la rutina para, así, relajarnos y distanciarnos de todo el tiempo "educando" o compartiendo con quien poca relación podemos tener.

Sin malas interpretaciones, queremos a nuestra familia, claro que sí, pero ¿se descansa? Queremos a nuestra pareja, pero ¿nos hemos olvidado de relajarnos y de divertirnos juntos?

Es triste saber que el porcentaje de divorcios aumenta en verano, y nos preguntamos por qué.

Hay muchas respuestas, empecemos analizando lo que ocurre a nivel general.

Durante casi once meses nuestra vida transcurre en nuestro entorno laboral, las relaciones que establecemos son con las personas con quienes nos relacionamos de lunes a viernes, o incluso algún sábado. Perdemos la conexión con los nuestros y con ellos pasamos breves momentos que, además, suelen ser de mala calidad debido al cansancio que conlleva la rutina. Se habla poco y se comparte menos. No apetece. Si hay niños, las obligaciones con ellos, y luego el minirratito con tu pareja delante de la televisión. Y si nos los hay, quizás llenamos espacios con otras rutinas que nos permita nuestro estilo de vida, para acabar cenando y viendo la televisión igualmente. La repartición de las tareas, y sacar tiempo para uno durante la semana, aparte de nuestro trabajo, se vuelve una espiral que nos lleva al automatismo. Nos perdemos, y no somos conscientes. Los fines de semana suelen estar llenos de compromisos familiares o con los amigos, con lo cual qué tiempo terminamos compartiendo exclusivamente como núcleo familiar o de pareja. Poco.

Si además hay hijos en la relación, la cosa se complica. ¿Quién tiene un hijo perfecto? Nadie. Y eso tiene como consecuencia educar, "estar encima" y mucho desgaste. Si además hay estilos educativos diferentes, ¡madre mía! La tensión se vuelve una energía que ronda la relación de forma constante, que durante esos once meses se disipa pero? ¿durante un mes juntos? Estalla.

Entonces, realmente, ¿qué ha ocurrido? Que nos olvidamos del otro, que el cansancio y nuestra rutina hicieron que poco a poco fuésemos alejándonos de aquella persona a quien amábamos, con la que nos divertíamos, con quien la pasión se desbordaba, con la que las risas y la conversación no tenían fin. A la que queremos, sí, con la que tenemos un compromiso y una unión. Con quien tenemos proyectos, ilusiones y metas que compartimos, pero? ¿dónde quedaron la intimidad, la complicidad, la picardía? Pues fue apagándose en el camino.

¿Cómo sobrevivimos al verano? Mejor aún, ¿cómo salimos fortalecidos de él? Basta recordar qué hizo que te unieras a esa persona, recordar cuánto la amabas. Hay que buscar conversaciones que puedan convertirse en grandes diálogos, reforzar la relación siendo conscientes de que necesitáis reencontraros, buscad tiempo de calidad entre los dos, buenos momentos con los hijos, momentos de los dos solos, y momentos para uno mismo. Necesitamos cargar pilas, no quedarnos bajo mínimos. Y hay tiempo para todo. Solo hay que distribuirlo bien.

Quizás estás pensando en que la persona con la que te casaste ya no es la misma. ¿Quién te dijo eso? Y tú, ¿eres igual? Pues no. Ambos habéis cambiado, todos cambiamos con el transcurso del tiempo y de las experiencias, quizás estás en crisis personal o estáis en crisis de pareja. No habéis compartido esa evolución por haber estado en otras "historias" que os llevaban más atención y mucha más energía, y ¡qué más da! No es una persona desconocida para ti, es tu pareja. Aquella con la que duermes todos los días, la que te sostiene, la que aguanta esos silencios sordos, o esos malos momentos. Es quien te atiende en tu día a día y quien cuida de los tuyos. Y eso, ¿no se valora? Quizás piensa como tú y no sabe cómo llegar a ti, le encantaría volver a reírse contigo y a amarte como tiempos atrás, o ¿por qué no?, quizás hasta mejor. Quizás tu pareja también te echa de menos. Piénsalo.

Sois una pareja, y llega el verano. Podéis aprovecharlo o echarlo a perder, todo dependerá de vosotros. Sois una familia. Y esas personitas que están con vosotros están deseando jugar y divertirse juntos, tienen ilusiones de compartir y os pedirán que lo hagáis. Recuerda cuando eras niño y deseabas que tus padres jugasen contigo. Aguadillas, castillos de arena, las palas? caminatas por el bosque, cuentos, anécdotas de vuestra infancia, todo les seducirá. Dejad atrás móviles y tablets. Relacionaros. Vivid. Disfrutad. Y cuando os canséis, buscad tiempo de soledad, recuerda que también es necesario.

Sin más, ¡feliz verano!

*Psicóloga y terapeuta

http://anaortizpsicologa.

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