Observo una gran preocupación por el estado de las obras en nuestra isla, los retrasos que están causando verdaderos estragos en la población, y los cuantiosos perjuicios económicos además de frenar el florecimiento de la economía y la creación de empleo.

Es tal la intranquilidad, que a personas de andar por casa, gente de buena voluntad y sin obligaciones, o jubilados, como yo, nos preocupa el futuro de nuestros hijos y nietos, y andamos pensando cada día en quiénes son los verdaderos culpables de estos retrasos. La edad permite que uno se convierta en buen observador, leer todo lo que llega a tus manos, ver algo de televisión y escuchar la radio, y llegas a la conclusión de que la causa es lo discutidores que somos y lo poco dados a darnos la mano y decirle al contrario que tiene razón. Dato especialmente aplicable a los políticos y, sobre todo, a la lucha entre organismos, donde les importa más el enfrentamiento, el quítate tú para ponerme yo, e incluso el no dirigirse la palabra. Los partidos políticos mientras están en la oposición siempre creen tener razón, pero cuando llegan a gobernar hacen lo mismo. No son consecuentes con sus actos. Me gustaría escuchar o leer alguna vez palabras amables para el que gobierna, pero parece que si lo hacen les sale una urticaria. España ha entrado en una dinámica de enfrentamiento y dureza imparable, y puede que esta animosidad vuelva a traernos un futuro desagradable, del que no puede ser ajeno Tenerife, otrora una tierra amable, de gente tranquilas y sosegada pero ahora demasiado dada a la provocación.

Desde luego quien gobierna tiene la responsabilidad de sacarnos de la incomodidad que produce no terminar las obras, liberar sus retrasos, llegar a acuerdos y si es necesario endeudarse. Hoy el dinero para la banca está a costo cero, por lo que en este problema no debería ser difícil conseguir financiación. Me parece que nuestros órganos de gestión son suficientemente solventes, y negociar con la banca créditos a un plazo normal y rentable para ambas partes no puede ser tan complicado. Con la conclusión de los proyectos se verán los grandes beneficios, pero mientras las decisiones técnicas sigan dormidas, no se verá luz al final del camino. Los políticos tienen que achuchar, dejarse de majaderías y enfrentamientos y permitir que los que gobiernan tomen decisiones. Todos tienen que defender la misma causa que no es otra que el bienestar de nuestra gente.

Desde Fepeco siguen llamando la atención al consejero de Obras Públicas del Gobierno de Canarias, quien por lo visto tira demasiado para su tierra y olvida al resto de islas, especialmente a Tenerife. Sin querer llevarle la contraria al presidente, señor Izquierdo, creo que el mal es nuestro, y si no estoy mal informado pertenece al mismo partido y el presidente, que yo sepa, es de aquí. Esto se convierte en la pescadilla que se muerde la cola, los de allí también se quejan, sobre todo porque Coalición Canaria lleva mandando mucho tiempo. Coalición Mamaria, como dice socarronamente un conocido de la rama sanitaria.

Hacer obras en nuestra comunidad contribuye al progreso de los canarios. No entiendo las razones que llevan a un político a tirar más por su isla que por otra, pues esto no es símbolo de equidad y es poner trabas al desarrollo del resto. Por eso es necesario estar más atentos y ocuparse de los problemas dejando a un lado el adormecimiento y la dejadez, que es lo que impera aquí últimamente, además de culpar al ajeno de los males propios.

Desde que tengo uso de razón escucho las quejas sobre la paralización de obras en Tenerife. Siempre lo mismo. Lo cierto es que la mayoría de las veces se culpa al Gobierno central, cuando es la comunidad canaria quien tiene las competencias, o el Cabildo y los municipios. Total, que entre unos y otros la casa sin barrer. Déjense de quejas y pongan la maquinaria a funcionar. Arréglense, dialoguen y trabajen, no me vengan con culpables ajenos. Es nuestra obligación el progreso de la Isla.

Mientras escribo me informan del fallecimiento de otro gran amigo de antaño, Oscar Saavedra, hombre trabajador y gran padre. Mi más sentido pesar y un abrazo a su viuda e hijos.

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