En estos días, las redes sociales, que son el vertedero de la fecunda e inagotable estupidez nacional, han estado poniendo a parir a los canarios por haber conseguido "chantajear" al Gobierno central para conseguir un descuento del 75% en los vuelos al territorio peninsular. El cabreo une por igual a gente que parece de derechas con otros de izquierdas, lo que demuestra que la ignorancia es transversal.

En ese mundo ideal que plantean los indignados, los privilegios de los canarios no existirían. Aquí cada cual se ventilaría sus propios asuntos y garbanzos. Pero en ese mundo, desde luego, no le pagaría ni una perra chica al Estado para mantener a nadie que no fuera yo mismo. Y el Estado mismo no existiría, porque su única razón de ser es la organización de la sociedad y el reparto de la riqueza a través de servicios públicos esenciales.

Los que hoy protestan porque los canarios puedan volar a Madrid por el mismo precio que ellos cogen el AVE de la capital a Valencia olvidan que durante décadas el Gobierno central ha estado "chantajeado" por los nacionalistas vascos y catalanes, que han estado ordeñando los presupuestos. Los primeros han conseguido situar al País Vasco a la cabeza del Estado en todos los indicadores de progreso social y desarrollo. Y los segundos, con veinticinco años de reeducación independentista, han conseguido crear una nueva generación furibundamente partidaria de la ruptura con España. Y todo eso ha pasado mientras los mentecatos que hoy se escandalizan por la subvención al pasaje de los viajeros canarios mantenían el más profundo de los silencios.

El Estado español se basa en la solidaridad de los ciudadanos y los territorios entre sí. En todos estos años hemos pagado la reconversión minera en León y Asturias, la transformación de la siderurgia nacional y los grandes astilleros. Hemos visto pasar por el Congreso ríos de dinero destinados al campo en Andalucía. Y a Canarias. Y a Extremadura. Transferencias de riqueza de Europa y de otros territorios destinadas a eso que los modernos llaman "cohesión social".

Que los pasajes de los canarios, habitantes de una España insular y lejana, estén subvencionados es una consecuencia directa de esos principios que pretenden igualar los derechos de todos los ciudadanos. Si se quieren cargar esos principios, se revienta la estructura del Estado. A mí plim. Me apunto con los catalanes a la independencia republicana y ya veremos. Pero mientras esto sea un proyecto común y un estado social de mercado, seguirán metiendo la mano en el bolsillo de unos para ayudar a otros.

Personalmente creo más en la competencia y en la libertad que en las subvenciones. Pero si no permiten lo primero, que nos den lo segundo. Y todos esos que se han cabreado se pueden consolar pensando que en el próximo Congreso de los Diputados los canarios -porque somos así de listos- tendremos menos fuerza que la ventosidad de una monja. Y muerto el chantaje, se acabará la rabia.