Llega una edad en la que la vida se ve de otra manera, en la que las cosas se aprecian de forma diferente; llega una edad en la que la vida toma otra perspectiva, donde lo que antes se consideraba importante, ya deja de serlo, o quizás, ya no lo es tanto; llega una edad, donde se valora lo que antes se daba por hecho y, por ello, ni tan siquiera nos parábamos a saborearlo. Llega una edad en la que las cosas cambian.

Y llega el momento en el que te das cuenta de que ya no te queda toda la vida por delante y que los errores o aciertos toman forma. Que si no haces cambios esto es lo que te va a quedar para gran parte del resto de tu vida. Que si no te paras y analizas qué hay que hacer para estar mejor, vas a seguir en esa rueda dando vueltas siempre y acabando de la misma manera. Llega el momento de parar y reflexionar.

Llega una edad en la que nos damos cuenta de que nos pasamos la vida adaptándonos a diferentes situaciones. Crecemos con unos valores, unos ideales, una moral, una forma de actuar y las circunstancias hacen que, a veces, sin quererlo, nos veamos haciendo aquello que no es parte de nosotros. ¿Dónde nos perdimos? ¿Cuándo dejamos de lado aquello que era importante para, simplemente, sobrevivir en esta sociedad que nos hace jugar a juegos inexplicables?

Es curioso, ¿te das cuenta? La vida parece un acertijo, siempre escudriñando la mejor manera de ser y de actuar, un puzle donde buscamos las piezas que ocupen el lugar que corresponde. No siempre lo hacemos bien, pero ¡mira que lo intentamos! Llega una edad en la que te paras a pensar y necesitas poner orden a todo lo aprendido, dando el lugar que corresponde a cada cosa, aprendizaje o persona que haya pasado en tu camino. Llega el momento de liberarnos de los lastres, los que no nos suman. Necesitamos alimentarnos, sentir que aquello que hacemos, tiene un sentido, el nuestro, y que para ello habrá que cambiar o modificar cosas. Todo ello implica dejar atrás, quitarnos miedos impuestos y empezar a pensar en nosotros y para nosotros. Es el momento de empezar a poder vivir desde la tranquilidad y la armonía, creando cambios donde sí podemos instaurarlos o si ya los tenemos, aumentarlos.

Tocará sentarse y centrarse, llevas tiempo deseándolo, pero hasta ahora, quizás no te había llegado? la edad. Y entonces nos preguntamos, ¿por dónde empezar?, pues bien, por saber qué mantener, qué quitar y qué añadir. Simple, matemática pura. Dejaremos o añadiremos lo que nos sume, y eliminaremos como nos sea posible, lo que nos reste.

Y ¿qué suma? Suma el sentirse bien con uno mismo, el sentirse orgulloso de sus actos y el ser fiel a unos principios. Suma el cuidarse y mimarse. Suma el sentirse realizado y satisfecho con el día a día. Suma el tener un trabajo que te guste y si no es así, que te permita tener tiempo y economía para poder llevar la vida que te compense. Suma tener ilusiones y proyectos a realizar. Suman las buenas parejas y los buenos amigos. Además, en la vida, necesitamos rodearnos de personas que nos aporten alegría, risa, intimidad, compromiso, lealtad y complicidad. Nos sumará su amor, su respeto, su apoyo, sus detalles, su escucha, su cariño. En la vida nos suma la amistad y el compañerismo, el poder desahogarnos sin ser juzgados, el poder llorar en un hombro y que te hagan sentir que no estás sola/o, suma que te quieran por la persona que eres, con tus virtudes y tus defectos, que vayan de frente, el sentirte cuidado, apreciado y valorado. En definitiva, suma lo que nos aporta o quien nos aporta, lo que te hace vivir mejor, más tranquila/o, sin conflictos. Suma lo que te hace disfrutar o te enseña a poder hacerlo, suma lo que te hace o quien te hace construir y así poder avanzar. Suma quien saca lo mejor de ti.

¿Y qué resta? Evidente, lo que no suma. Todo aquello que te hace sentir mal, que te anula, que te entristece, que te hace daño, que te hace sentir angustia, ansiedad o depresión. Quien no te quiere, quien no te respeta y quien no te valora. Un trabajo que no te da vida, que te quita la salud. Compañías que te llevan donde no quieres. Personas carentes de escrúpulos. Gente que te aplica la maldad sin empatizar. ¿Tienes necesidad de todo eso?

La vida por supuesto no es un camino de rosas y ¡ojalá lo fuese! Siempre existen y existirán los problemas y las crisis, ya sean personales, de pareja, familiares, con amistades o laborales. El cómo nos enfrentamos y cómo lo solucionamos dependerá mucho de cómo nos sintamos, de quién nos rodeemos y en quién nos apoyamos. Por supuesto, sufrirás decepciones, nadie es perfecto, ¿y sabes?, tú también las provocarás, y no por ello significa que alejemos todo eso de nuestra vida, ni que nos echen de la de ellos. Suma el poder solucionar todo ello y sentirnos bien tras haberlo superado. Es por ello que llega una edad en la que hacemos limpieza, miramos a nuestro alrededor, miramos hacia atrás, y desde la madurez y la sabiduría que nos han proporcionado los años, sabremos hacia dónde ir, cómo ir y con quién.

Llega una edad? no es concreta, pero siempre llega.

*Psicóloga y terapeuta

http://anaortizpsicologa.blogspot.com.es