Hace unos meses, cuando se discutía sobre el cambio del sistema electoral en Canarias, los partidos dijeron a los ciudadanos que diez nuevos escaños no iban a suponer un encarecimiento de los gastos del Parlamento. Era aquella vieja frase de prometer, prometer hasta haber metido y luego nada prometido. Introducida en Madrid la enmienda al Estatuto de Autonomía para disponer diez nuevos asientos en la cámara regional -donde se aposentarán setenta ilustres traseros en la nueva legislatura- los parlamentarios canarios no han tenido el menor empacho en subirse los sueldos el 1,75% aprobado por el Gobierno para los empleados públicos.

Y lo han hecho en agosto. El tiempo en el que casi todo el mundo anda de vacaciones y la gente sólo se pregunta por qué no entra en el bañador del año pasado. Es el momento de "colar" las noticias más negativas sabiendo que van a tener la mínima repercusión. Muy bonita estrategia la de sus señorías.

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Como era de prever -excepto para el más iluso de los ilusos- el nuevo Parlamento de setenta escaños será bastante más caro que el actual. Y los diez nuevos diputados que se han sumado al carro no van a cambiar sustancialmente nada.

Las lista de toda Canarias que se había anunciado es, además, una filfa. Una falsedad impresentable. No habrá una urna regional. Olvídenlo. Todo es un apaño que se ventilará en la misma urna y la misma papeleta. La campaña civil y política iniciada en Gran Canaria sólo servirá para crear diez nuevos puestos de trabajo políticos. La democracia es cara, aunque es el mejor sistema político que conozco. Pero no debería ser en ningún caso una burla de quienes la soportan con su trabajo. Diez nuevos diputados en Canarias son innecesarios y gratuitos. La reforma tendría que haber sido reducir el número de escaños, no aumentarlos. Diez más. ¡Y encima se suben los sueldos!. Una tomadura de pelo.

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En marzo de este año -no hace un siglo- Pedro Sánchez decía que si Rajoy no sacaba adelante los presupuestos tendría que convocar elecciones. "Vivimos en una democracia parlamentaria -decía el hoy presidente- si no puede aprobar su principal ley tiene como obligación constitucional y con la ciudadanía convocar elecciones".

El pez muere por la boca. Pero los políticos no. Porque nunca se toman las pastillas que recetan. SI el Gobierno del PSOE no saca adelante los presupuestos -como parece- ya se buscará una excusa para no hacer lo que decían que había que hacer. Y a nadie le importará un pimiento. Porque lo que va a convocar elecciones de verdad son las encuestas.

Pedro Sánchez ha repetido esta semana que agotará la legislatura. Apunten el vaticinio en el mismo bloque de hielo que sus palabras de hace tres meses. Nos acercamos a las fechas electorales del próximo año y la maquinaria demoscópica empieza a funcionar. A partir de ahora empezaremos a escuchar predicciones que tendrán escaso valor a medio año vista. Porque aquí lo que funciona es el sentido común. En términos generales, el bipartidismo resurge de sus cenizas. Llegar al Gobierno le ha dado alas al PSOE que mejora expectativas de voto. Perder el Gobierno y cambiar a Rajoy a invertido la tendencia del PP que empieza a levantar sus previsiones electorales.

Pero ni hay mayorías absolutas ni se las espera. Podemos y Ciudadanos sufrirán un importante desgaste -si no pasa nada en un país donde puede pasar cualquier cosa- pero no van a desaparecer de la noche a la mañana. El día siguiente de las próximas elecciones será el día de las negociaciones. Gobernar será pactar. Algo bien difícil en una partitocracia protagonizada por el fulanismo antagónico.

¿Y cuándo serán? Cuando convengan. Pedro Sánchez está ocupado ahora en ofrecer la imagen de un Gobierno de izquierda. Está lanzando medidas de carácter social, aumentos salariales, mayor empleo público, aumento de impuestos, guiños a su izquierda con medidas antifranquistas... Objetivamente no lo puede hacer mejor para los intereses de su partido. Solo que sin presupuestos todo es una ficción.

Si las negociaciones con los catalanes se embarrancan en la torpeza revolucionaria de los Comités de Defensa de la República y si los presupuestos naufragan y la vida parlamentaria se empieza a convertir en una tortura imposible, Sánchez llamará a las urnas para buscar una mayoría suficiente que no dependa del extremismo soberanista. Será en marzo del año que viene, coincidiendo con las elecciones andaluzas. O en mayo, con las locales y autonómicas en toda España. En lo que todos parecen coincidir es que difícilmente agotará el calvario en que se la puede convertirá la legislatura.

El político que volvió de una tumba no volverá a entrar tan fácilmente en otra.