Como la mayoría de ustedes, amables lectores, ya conocerán, recientemente el "mundo del taxi", que no deja de ser un monopolio -quizás el último que queda-, además de un servicio público -eso dicen-; regulado, excesivamente regulado; clasificado como transporte privado, poco o nada liberalizado; resulta que ha echado un pulso-chantaje, no sólo al Gobierno central sino a los ayuntamientos de las principales capitales españolas, donde se han manifestado en una huelga patronal sin precedentes, ante la pasmosa e irresponsable pasividad de las distintas autoridades que han consentido-permitido, cuando no alentado, que miles de taxistas, con sus respectivos coches, se planten en las principales arterias y avenidas de esas grandes capitales, tomando como rehenes a los ciudadanos -sus supuestos clientes-, limitando-cercenando la libertad de tránsito de personas y de vehículos.

¿Que tienen razón en sus reclamaciones laborales? Puede ser; pero a estas alturas de la película eso es ya lo de menos; porque por el camino -con determinados comportamientos chulescos, mafiosos y violentos-, se han dejado algo más que la credibilidad y la posible razón que les pudiera asistir en defensa de un monopolio que a todas luces no ha de perdurar. Y cuanto antes se convenzan de ese hecho, mejor les vendrá para su futuro laboral. Y eso es así igual que otros monopolios han dejado de existir o no han tenido más remedio que, frente a la competencia y a las nuevas tecnologías, adaptarse o dejarse morir.

Lo que no se han dado cuenta los taxistas, tanto los que conducen su propio vehículo y su empresa es él, como las compañías que tienen a sueldo a decenas o cientos de trabajadores -muchos de ellos mileuristas y explotados laboralmente como los miles de pakistaníes que conducen taxis en Barcelona-, es que no se puede poner puertas al campo; sí, parece un dicho recurrente, pero eso es lo que intentan; y lo que han conseguido con esta huelga salvaje es mostrar a sus clientes actuales y potenciales que existen otras formas de desplazarse por la ciudad sin la necesidad de elegir un taxi.

Coexisten, por supuesto, los medios de transporte públicos, con sus bonos correspondientes, que sirven para distintos medios como puedan ser el metro, el bus o incluso los trenes de cercanías; y si hablamos de alquiler están las bicicletas, las motos e incluso los coches eléctricos que coges y dejas donde quieras; y, por supuesto, las VTC, que no deja de ser una autorización o licencia para poder ejercer la actividad de arrendamiento de un vehículo con conductor. La verdad es que no es nada nuevo porque todos hemos visto los típicos coches -normalmente cochazos negros tipo limusinas-, con conductores vestidos con uniforme, de aspecto y de formas impecables, que llevan un distintivo en sus coches que pone SP (servicio público).

Este negocio, repito, ya viejo, despertó la curiosidad de determinados empresarios que vieron su viabilidad empresarial, al comprobar que existía una demanda sin explotar adecuadamente. Y empresas como Uber y Cabify idearon una forma práctica y eficaz de ofrecer dicho servicio a través de una aplicación de móvil -las famosas App-, de tal forma que a través de ella puedes ver un plano de tu ciudad donde te señala el coche que tienes más cerca de donde estás en ese momento, cuánto tardará en llegar a recogerte y cuánto al lugar que tu le marques como destino, los datos del vehículo y del conductor y, sobre todo, cuánto te va a costar, independientemente del volumen de tráfico que haya en esos momentos, aunque siempre te va a llevar por la ruta más corta. No hay dinero en metálico, porque se paga a través de la misma aplicación, y tendrás un cochazo inmaculado con agua, silencio si lo deseas, amabilidad, y una aptitud y presencia física impecables del conductor.

¿Por qué no ofrecen esto los taxistas? ¿O al menos algo parecido? Esa es la pregunta del millón y la que muchos clientes del taxi se han preguntado durante esta huelga al tener la necesidad de escoger otros medios de transporte, por ejemplo un VTC, y descubrir y comprobar gratamente que, como dijo el poeta, existen otros mundos pero resulta que están en este y más cerca de lo que uno se podía imaginar: y que en este caso consiste en una oferta de transporte mucho más rápida, cómoda, segura, eficaz , placentera y competitiva de lo que muchos se podían imaginar. Eso es lo que han conseguido los taxistas con su desafío-huelga, que no es poco.

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