Dice el refrán que el que no corre vuela y, a su falta de talento y estilo, derrocha capacidad aérea, cinismo inoportuno, adulonerías babosas y patético autoritarismo. En dos meses, su cara dura y verborrea de feriante superan con creces a su mentor, el ínclito Villar, a quien traicionó en el momento oportuno.

Contra la seña territorial, honda en el contenido y leve en la forma, Luis Rubiales es un andaluz atípico, desprovisto de su filosofía, duende y gracia y sobrado de una chulería que, sin substancia, se queda en ruido. Con ese bagaje y promesas de favores a diestra y siniestra, el otrora delfín del imputado antecesor -por nueve delitos económicos- venció al tesorero sucesor del mismo sujeto y responsable de la caja del dinero en la era de la corrupción investigada.

Inauguró su mandato con promesas de limpieza y gestión democrática y transparente y, en apenas cincuenta días, descubrió sus carencias de todo orden. Vanidoso como un pavo, protagonizó unas vísperas del mundial ciertamente ridículas. El culmen del despropósito llegó con la destitución de Lopetegui -cuyo fichaje por el Real Madrid conoció y aprobó desde el primer momento-, censurado por la gente con sentido común después del ridículo de la selección nacional. Se exculpó con el mismo descaro que inició su personal carrera del euro, con el traslado de la Supercopa de España a Tánger, decisión nada inocente que elimina el sistema vigente por el partido único y contribuye a aumentar sus ya sustanciosos emolumentos; ahora mismo están cifrados en 160.000 euros anuales que pueden llegar al medio millón según los patrocinios cerrados por la Federación de tócame roque.

Las últimas acciones del crecido patán -es abogado por la Universidad Camilo José Cela, sin embargo- se refieren al rancio machismo cuando, en acto público, calificó de "paños menores" los pantalones cortos de unas mujeres deportistas; y cuando, presunción de inocencia por delante, está investigado por administración desleal cuando pidió a una arquitecta que cargara los costes de la reforma de su casa particular a la AFE que entonces presidía, y que, ante la negativa de ésta le agredió en la vía pública. Dentro del escándalo que no cesa en el fútbol, podemos concederle al defensa leñero que ya es un filón noticiero de primera magnitud e igual bochorno.