Me exijo mucho, a veces lloro de impotencia". "Al final siempre hay dudas. Estás entrenando para ganar. Este año y medio he tenido mucho miedo a perder. Al final me descentraba de mi estrategia y de mi plan de juego".

Leyendo estos días las declaraciones de la tricampeona española de bádminton, no puedo dejar de pensar y de ver cómo la mente influye tanto en la actitud y la consecución de metas. Los grandes deportistas, para poder sacar mejor rendimiento a sus capacidades físicas y competitivas, deben, además, entrenar paralelamente su mente. Somos un todo y funcionamos como tal. Parece difícil de comprender para el que está sentando delante de una pantalla o en un recinto deportivo, disfrutando del juego o de las diferentes competiciones, es difícil poder ver todo el trabajo y el sacrificio que hay detrás.

Desde fuera se ve todo más fácil, mientras se toman una cerveza y se van haciendo comentarios del mismo, nadie se imagina, o quizás sí, las largas horas de entrenamiento y de esfuerzo que hay que realizar para estar ahí, que el jugador/a tiene capacidades, sí, pero las cualidades también hay que explotarlas y dedicarles tiempo para mejorarlas. No se es bueno por arte de magia, todo lleva un proceso y, para llegar alto, ese proceso es largo.

Una persona puede nacer con grandes aptitudes, pero para llegar hace falta actitud. Acomodarse porque ya se tienen no te hace llegar lejos, te hace vivir de rentas inicialmente y al final te conviertes en uno más del montón. Vendrá otra persona con menos capacidades naturales, o no, pero con más tesón y constancia, y entonces te adelantará. Así como en el deporte sucede en la vida...

Hay que luchar cada día para conseguir las metas, cuánto más altas, más preparación, más lucha y más sacrificio, y no significa que siempre se consigan, tiene que haber un sumatorio para que las cosas confluyan y así poder llegar al éxito deseado.

Ahora bien, ¿qué ocurre cuando, como explica nuestra tricampeona de bádminton, llegamos alto y la presión por mantenernos ahí arriba hace que se despierte el miedo? Eso es lo que le ocurre a los grandes deportistas, el mantenerse ahí arriba, luchando con unas capacidades físicas limitadas y con una mente que cuando quiere, puede llevarte por caminos destructivos, ése es el momento más complicado de superar.

Extrapolando todo esto a la vida cotidiana y sin llevarlo a grandes "alturas" el miedo a perder es una constante que vive con nosotros.

Perder nuestra estabilidad, perder una seguridad, perder lo que se tiene... perder...

Ha costado mucho llegar a ello. Al igual que en el ámbito deportivo, para llegar alto en la vida laboral, aparte de tener aptitudes, hay que hacer muchos sacrificios, tener mucha preparación y mucha constancia. Las cosas normalmente no llegan regaladas, salvo casos que son evidentes y que no suelen ser de admirar.

En la vida de la calle, como en la deportiva, la cabeza es muy importante, tener seguridad en uno mismo y poder adaptarnos a los cambios con tranquilidad y serenidad son piezas claves para poder ir tachando metas conseguidas.

En la facultad, a los psicólogos, se nos enseñan todas las teorías sobre ello, y es sobre todo cuando acabamos, cuando empezamos a experimentarlo en nuestros pacientes o en nuestra propia vida, amoldar la mente para integrar esa visión y así conseguir mejores resultados, es más complicado.

Las metas hay que separarlas en corto, medio y largo plazo, pero centrados en el ahora, con visión de futuro... ¿Fácil, no?

Sí, al final lo es, el truco está en la concentración. Estar al cien por cien en la tarea que haces y no pensar en nada más, es como somos más efectivos, por lo que seremos más eficaces y las dos cosas son las valoradas en el plano laboral. Una vez terminada la tarea se pasa a la siguiente. No podemos hacer veinte cosas a la vez y hacerlas todas bien. Hay que centrarse en lo que se hace y una vez concluida fijar la siguiente tarea y, así, seguir avanzado.

Yo no me imagino a ningún jugador, mientras está tirando a puerta o dando un raquetazo, pensando en otras cosas que no sean, al cien por cien, en lo que está haciendo.

Mientras estamos en la lucha tenemos la mente puesta en la meta, pero, ¿y si empezamos a pensar que no lo vamos a lograr? ¿Y si fracasamos? ¿Y si me echan? ¿Cuántas capacidades estamos poniendo en lo que hacemos? La respuesta es sencilla: muy pocas, al no estar centrados en ello, no somos ni eficientes ni eficaces. Con lo cual, pasarán horas delante de nuestra mesa de trabajo y no se habrá avanzado nada.

Fijarse metas altas y ambiciosas lleva como acompañante al miedo, es normal. Saber convivir con el miedo y manejarlo puede llegar a ser positivo, te hará ver tus debilidades y esas serán las que tengas que trabajar y mejorar para convertirte en alguien mejor. El miedo es natural. El miedo es sano. Siéntelo. Obsérvalo. Algo te quiere decir sobre ti y quizás no tiene que ver con la meta, sino con el cómo te enfrentas a ella. Quizás te avisa de circunstancias externas. Quizás te sientes inseguro por algo que aún no te has planteado de forma consciente. Pero siempre dice algo y cuando aparece es por algo. No lo conviertas en tóxico. No tener miedo es peligroso, no te hará ver tus puntos débiles ni ser realista con la meta. Y lo peor es que puede llevarte directamente a estallarte. El miedo ayuda a reflexionar, a ver diferentes estrategias, a prepararte mejor. No tengas miedo al miedo, al fin y al cabo, está ahí para ayudarte, sólo tienes que darle el sentido justo.

Seguro que a Carolina Marín, el manejo del miedo y superarlo le ha hecho aún mejor jugadora... ¿no te hace pensar?

*Psicóloga y terapeuta.

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