En los primeros gobiernos de Felipe González el nivel académico era altísimo: becas Fulbright en universidades americanas, doctorados en Oxford y cátedras en universidades nacionales, cuando la enseñanza no se había devaluado a los extremos de ahora. El Felipe González que vemos ahora codeándose con líderes mundiales e intelectuales, antes de presidente del Gobierno no pasó de vulgar abogado laboralista. A nadie se le ocurrió jamás echar en falta máster o doctorados en él, o en Alfonso Guerra. La solvencia intelectual, la formación y la capacidad no necesitan de ninguna apoyatura que sirviera de adorno y no reporte beneficios laborales o académicos previos, como pasa ahora.

Los máster merecen muchas cribas objetivas que no sé por qué jamás se realizan, en cuanto al emisor, la función simbólica o práctica y por su valor intrínseco. Resulta grotesco imaginar a un Felipe González haciendo máster o adulterando su biografía, mucho más en esta época de generalización y devaluación de los máster. No es lo mismo hacerlo en Stanford, London School of Economics o Georgetown que en la Rey Juan Carlos de Madrid. Las primeras avalan a sus titulares, la otra no, incluso en absoluto. El acto teatral de rasgarse las vestiduras impide aclarar su importancia: cuáles la tienen o si los regalan por su irrelevancia proyectiva y saturación. ¿Oro o chatarra? Al parecer se trataba de máster chatarra. Cristina Cifuentes, alta funcionaria del grupo A, gestora pública durante años de miles de millones ¿para qué podría necesitar uno ful de "Administración Pública"? Para mí fue el gran enigma (sin resolver) de la historia. Que indocumentados que han inundado la política falseen sus biografías es comprensible. En este país todo se focaliza desde el punto de vista moral, que catapulta la indignación y la estridencia.

La izquierda, a falta de toda capacidad para proponer reformas estructurales y desarrollos materiales, expande ideología oportunista anclada invariablemente en la moral, de la que ellos son sus custodios. De ellos son todas las víctimas, la ¡pobrecita mía! República, hecha realmente Frente popular estalinista, las cunetas, la memoria, "por consiguiente" enfrente tienen a los fachas, réprobos y corruptos: la España sobrante e indebida. En lo que siguen. Este es, a día de hoy, todo el patrimonio de la izquierda, la afectación posmoderna de superioridad moral. Vamos progresando porque antes también proclamaban la intelectual. La España eterna de la rectitud alardeada, la virtud mostrada, de hipocresía y misa mayor. Si de "doctorados" y maquillajes se tratara, Felipe González no, Pedro Sánchez.