Ya estamos en septiembre, en los momentos previos al inicio del curso en todos los aspectos: en el político, en el escolar, en el económico y en un largo etcétera en el que, incluso, figura la comparecencia del presidente del Gobierno, Fernando Clavijo, en el Parlamento para explicar su versión del llamado caso Grúas, un asunto que proviene desde su época de alcalde y por el que podría ser llamado a declarar ante el TSJC. Un proceso que se ha ido alargando en el tiempo, en el que sus denunciantes han usado más la parte política que la jurídica apoyando, en su día y con sus votos, la forma de hacer las cosas, descalificando a todo el que no pensara como ellos y utilizando como ariete político un expediente administrativo. La presencia de Clavijo en la tribuna de oradores -y, si se produjera, ante los jueces-, ya provoca una serie de reacciones políticas con el fomento de iniciativas en las que no descartan la censura. Una incertidumbre más, en un periodo en el que al final del mismo se producirán unas elecciones que en este momento son para renovar los ayuntamientos, los cabildos y el Parlamento de Canarias, si bien también habrá que elegir a los representantes europeos, lo que llevará a que en esta Comunidad Autónoma los ciudadanos tengan enfrente nada menos que cinco urnas en las que depositar su voto, ya que para la Cámara regional será la primera vez en la que hay que depositar un sufragio para los candidatos a parlamentarios por una lista regional y otro para los que figuren en las de cada isla.

Y para ello los partidos políticos emplearán los próximos meses en la conformación de sus candidaturas y en las propuestas que plantearán a los electores. A los ciudadanos se nos abre un tiempo para discernir entre promesas y realidades, demandar de actuales gobernantes el grado de cumplimiento sobre propuestas anteriores y pedir cuentas por las carencias en sanidad, educación, dependencia, asuntos sociales, precariedad laboral, obras públicas, servicios y en otros muchos aspectos fundamentales de la vida. Y en Canarias tenemos muchos asuntos que todavía deben mejorar.

A esta previsión hay que sumar el debate abierto esta misma semana para que no se produzca el cambio horario que tradicionalmente se realiza en octubre y, para que todo esté completo, incluso acogerse a otros husos horarios más acordes con la situación geográfica, lo que podría traer la pérdida del soniquete "una hora menos en Canarias", objetivo que algunos persiguen desde hace algún tiempo. ¿Nos perjudicará la uniformidad horaria? ¿Perderemos el recordatorio permanente de que estas Islas están ahí, en cada boletín horario? Incógnitas que quedan para los próximos meses y que habrá que ir despejando con datos en la mano. El anuncio realizado la semana pasada en estas páginas por el presidente del Cabildo, Carlos Alonso, de abaratar el precio de los billetes de Titsa y el tranvía es bien recibido y seguro que tiene una buena acogida por parte de la ciudadanía, aunque también es como para pensar por qué no lo han hecho antes.

Por tanto, este cuatrimestre, el último del año, traerá mucho de todo eso. Con un Gobierno del Estado que ahora parece más proclive a los gestos que a los hechos, enfrascado en exhumaciones y perdido en actualizar la financiación de comunidades autónomas como la canaria, o en propiciar unas relaciones laborables acordes con el tiempo que vivimos, o en procurar que los pensionistas tengan una paga más digna en relación al coste de la vida. Vienen tiempos en los que la propaganda irá casi pareja con la demagogia. Sepamos diferenciar para saber elegir.