Llegó el 31 de agosto y, con las campanas de la medianoche, entró el 1 de septiembre, y es justo en ese instante cuando se marca un final y un principio. Son momentos de acabar y empezar. Realmente es una pena que el calendario anual no comience el 1 de septiembre, como sí lo hacen los años escolares. Quizás por ello y por costumbre nos hemos habituado a que el año empieza en septiembre.

Si además lo conmemorásemos con las fiestas de despedida y comienzo del año, celebrándolo por todo lo alto y con la alegría que llevan las reuniones con la familia y los amigos, los seres humanos lo llevaríamos mejor. ¿Por qué no habrá una celebración del fin del verano?

Es curioso cómo al contrario la vuelta de las vacaciones se convierte en un duelo, en crisis postvacacional, en muchos casos en una ligera depresión.

Si nos ponemos a analizar? ¿por qué lo llevamos tan mal?, ¿qué da tanta pereza o tanta tristeza? Es obvio, que se acabaron las vacaciones, que se acabó el poder tener tiempo de ocio y tranquilidad, estar tirados sin hacer nada, lo que hace que el ritmo de nuestros pensamientos se ralentice y, finalmente, seamos capaces de poder sentir cómo la cabeza se vacía y tiene espacio para "no" pensar. Descanso en todos los sentidos. ¡Qué lujo!

¿Y si nos replanteásemos la vuelta como algo diferente, como un principio? Llegamos de unas vacaciones, descansados, lo que hará que entremos en este periodo llenos de energía para afrontar el año. Pero nos da pena porque se acaba y lo que nos gustaría es poder vivir con más equilibro, con menos estrés y más calidad de vida.

Si escuchamos a nuestro alrededor, vemos cómo la vuelta del verano está llena de nuevos proyectos, porque al tener más energía y estar más relajados vemos las cosas con más claridad, nos replanteamos cambios en nuestra vida y queremos llevarlos a cabo, pero de verdad. Y eso se piensa en las vacaciones. Es ahora, ya toca y lo tengo claro.

Estoy segura de que al llegar de vacaciones tenemos una pequeña lista en la cabeza, como por ejemplo hacer más deporte, comer más sano, tener más tiempo de ocio, dedicarle más tiempo a los hijos, a la pareja, cambiar cosas en el trabajo, etc. Incluso podemos darnos cuenta de que necesitamos cambios más drásticos, acabar una relación, cambio de trabajo, etc.

Lo que es una realidad es que en verano y durante las vacaciones se piensa o se tiene tiempo para pensar, con la meta única de intentar tener una vida mejor, modificando la que se tiene hacia ese destino llamado felicidad o bienestar. Verano no es solo vacaciones, quizás sí necesitamos esas vacaciones para darnos cuenta de las cosas, de cómo estamos y qué necesitamos, que hagamos examen en nuestro interior y busquemos qué queremos cambiar. Por ello propongo que realmente miremos septiembre no desde la crisis de volver a "la rutina". Sino desde la oportunidad de aplicar los cambios que queremos hacer en nuestra vida para poder vivir mejor, más felices, siempre dentro de nuestras posibilidades, siendo realistas con nuestra situación y viendo qué variables pueden modificarse y, sobre todo, cómo hacerlo con cabeza e inteligencia.

Probablemente cada año, cuando llega septiembre, te planteas esos cambios, y pasado un tiempo te ves exactamente igual que antes de empezar el verano, ¡has vuelto a lo mismo! Aquí podría aplicarse el término psicológico de la indefensión aprendida, donde el ser humano ha aprendido a comportarse pasivamente ante una situación aversiva, con la sensación de no poder hacer nada, y que además, no responde activamente, a pesar de que existen oportunidades reales de cambiar esa situación. Nos acostumbramos a que "es lo que hay" y seguimos igual. Pero, ¿sabes?, no es lo que hay, hay más, uno puede cambiar y entonces cambiará el entorno, uno puede modificar poco a poco aquello que no es positivo en su vida, puede verlo de otra forma, y aplicar ciertos cambios en el día a día, sin miedo.

Si no puedes y lo intentas sin resultados positivos es que hay algo que te está bloqueando, quizás necesitas ayuda para poder realizarlo, un apoyo externo que te guíe, o un profesional que te indique dónde está tu debilidad y dónde están tus fortalezas, dónde se puede cambiar para conseguir la meta soñada e ir indicándote los pasos para que puedas modificarlo. Muchas veces tenemos la solución delante y no somos capaces de verla y no pasa nada por buscar ayuda. Al fin y al cabo, ¿no se trata de estar mejor?

Por eso, celebremos el comienzo del año, ¡este sí!¡ Lo vamos a conseguir!

¡Feliz Año Nuevo!

* Psicóloga y terapeuta

http://anaortizpsicologa.blogspot.com.es/