Hemos terminado una semana en la que se han vivido situaciones muy singulares y de algunas de ellas se desprenden mensajes de futuro en los que ahora mismo surge la duda de si todo volverá a ser igual o si por el contrario se han roto complicidades que hasta hace poco fundamentaban relaciones humanas. Han sido días de pulsos en varios frentes, pero sobre todo han primado los debates en los que los pavoneos curriculares han provocado una dimisión ministerial o la discusión pública de tesis, averiguaciones académicas, comprobaciones de plagios o de esfuerzos investigadores. Hemos empleado debates dedicados a exhumaciones y méritos académicos, mientras, han sido escasas las pinceladas a contrastar pareceres sobre métodos que mejoren la calidad de vida de los habitantes de este país. Un ejemplo de ello fue la desbandada de señorías en el Congreso de los Diputados tras debatirse el decreto para desalojar los restos de Franco del Valle de los Caídos y comenzar la discusión sobre la reforma del Estatuto de Autonomía de Canarias. Cientos de representantes públicos, que cobran en exclusividad por estar allí, salieron del hemiciclo hacia pasillos y otras dependencias, mientras se debatía esta modificación que llevaba pendiente once años. Mucho se ha hablado de lo que contiene este Estatuto que crece en todos los sentidos, pasando de tener 65 artículos a 201, con un amplio ramillete de competencias, al tiempo que dispone de un arco legislativo más acorde con los tiempos en los que vivimos. Sus señorías canarias pierden los aforamientos y tendrán en los tribunales el mismo tratamiento que cualquier ciudadano, pero no han sido capaces de desbloquear la ley electoral. Ahora el reto está en que el trayecto legislativo no decaiga por un adelanto electoral, porque entonces todo volvería a comenzar. De momento es el inicio de un camino parlamentario, pero nada más. Falta mucho, sobre todo consenso y voluntad por sacar adelante un texto que piense más en la ciudadanía y menos en la clave política o en la ampliación de escaños, que parece la razón primordial para algunos.

En el plano estrictamente político, en esta semana se han evidenciado los derroteros en que cada formación va tomando. Un Partido Popular que hace guiños de entendimiento, prueba de ello son la visita de Pablo Casado y las intervenciones de Antona, con los que quieren mostrar una forma peculiar de hacer la oposición en las islas, o un PSOE canario más empeñado en sus luchas internas que en facilitar entendimientos entre el Gobierno central y el Canario. En CC las urgencias van más bien por transmitir la solvencia de sus actuaciones, mientras que Ciudadanos y Podemos están en labores de "marketing" con las que quieren aportar novedades en la forma de hacer las cosas.

Pero todo esto se queda en entelequia si no se establece un listado de prioridades en el que figuren la lucha contra el paro, las listas de espera en dependencia y sanidad, las inversiones en infraestructuras, los recursos necesarios para avanzar en educación, la apuesta por energías renovables o por una renovación tecnológica acorde con los tiempos, una diversificación real de la economía canaria, un reparto equitativo de las riquezas o una mejora en las condiciones laborales. Ese directorio de actuaciones marcará agendas y eslóganes en los próximos meses, pero lo importante será su nivel de cumplimiento, pues ese será el baremo para poner las notas el día electoral y ante eso, los másters y méritos académicos de cada uno poco sumarán.