El próximo fin de semana en París se disputa una nueva edición de la Ryder Cup de golf entre las selecciones de Europa y de Estados Unidos. Es el gran enfrentamiento mundial del deporte entre dos selecciones de dos continentes. En ningún otro deporte existe una rivalidad igual.

La Ryder Cup es un torneo que se disputa cada dos años. Nació ya hace casi un siglo, y sólo se interrumpió entre 1939 y 1945 por la Segunda Guerra Mundial, y en el año 2001 como consecuencia de los atentados contra las Torres Gemelas de Nueva York y en otros escenarios de Estados Unidos. En esa ocasión se desplazó al año siguiente, 2002, y por eso en la actualidad se celebra en los años pares.

En los primeros cincuenta años, el enfrentamiento era entre los golfistas estadounidenses y los del Reino Unido. Pero, por un lado, fueron tantos los triunfos consecutivos de los norteamericanos, y, por otro, los mejores golfistas europeos eran ya en los años setenta del siglo XX no sólo británicos -recordemos al gran Seve Ballesteros- lo que hizo que se remodelaran los equipos y se conformara una selección europea. Ello provocó no sólo que los jugadores fueran también lejanos de las Islas Británicas, sino que la competición también se desplazara al continente europeo, cuando, cada cuatro años había que elegir una sede. La primera fue en España, en Valderrama, siendo el capitán del equipo europeo el ya nombrado Seve. Posteriormente, también se ha disputado en Irlanda, en el K club, y este año, 2018, la competición tendrá lugar en Francia, concretamente en París.

La Ryder Cup es una competición que se celebra durante tres días. Hay diferentes modalidades: el viernes y el sábado, Foursome y Fourballs, y el domingo, se celebran los doce encuentros individuales. El último día, siempre la emoción es absoluta y el público ruge ante cualquier golpe espectacular, y al conseguir un ansiado punto. En algunos casos, como en el campo norteamericano de Kiawah Island, se rompe el tradicional fair-play, y los espectadores llegan a desconcentrar al equipo contrario, en este caso el europeo.

Tuve ocasión de asistir a una Ryder Cup, concretamente en el año 2010 en compañía del apreciado y lamentablemente malogrado Juan Topham y del grancanario Joaquín Juliá Quevedo. Fue en el magnífico campo galés de Celtic Manor. Los tres días de competición fueron absolutamente espectaculares. Hubo parones varios de esos días, por la lluvia, en muchos momentos persistentes en el otoño galés. Fue una de las más competidas y tensas. En los dos últimos partidos, Europa vencía por un punto. Un jovencísimo golfista, el norteamericano Ricky Fowler, lograba un espectacular putt en el hoyo 18, lo que dejaba la contienda en la prodigiosa mano del norirlandés Graeme McDowell, que no falló en el último partido disputado. La explosión de alegría fue total para la afición europea.

La presente edición de la Ryder Cup, que se disputa la próxima semana, contará con dos representantes españoles: Jon Rahm y Sergio García (lamentablemente el canario Rafael Cabrera-Bello no fue seleccionado, aunque lo merecía), y obviamente lo más granado del golf mundial, desde el rejuvenecido Tiger Woods hasta los afamados Brooks Koepka y Jordan Spieth, en el equipo USA, y el número uno mundial, el inglés Justin Rose, y la joya norilandesa Rory McIlroy, entre otros.

Tres días intensos de golf. Dos equipos continentales en liza (quizás la época del año en que los británicos se sienten más europeos). Un trofeo en liza. Y emoción, siempre, a raudales.

*Presidente de TuSantaCruz