A la par de la expansión imparable de las redes sociales a lo largo del mundo, está empezando a surgir un movimiento en contra de su utilización en pro del narcisismo; de subir todo lo que hacemos sin importar lo que sea. Y esto entraña que solo colgamos las fotos en las que nos vemos bien, los platos de comida que nos gustan y cuando vamos a un concierto, incluso, lo grabamos en vez de disfrutarlo. Estamos dejando de lado a una velocidad más rápida que la de la luz la vida real, y sustituyéndola por una irreal que solo refleja los lados buenos. Las redes son un avance sin duda, pero su errónea utilización está generando mil y un problemas a lo largo y ancho del mundo. No todo es bueno, en la vida, los reveses son parte del día a día, pero la gran mayoría de los usuarios los obvian dando a entender, y aquí viene otro gran problema de nuestra era, que somos "felices". Y la felicidad es imposible de sostener linealmente en nuestra vida.

El psicólogo Eduardo Medina habla ya de "la tortura de la felicidad", un estado de ánimo de ansiedad y frustración con el que los pacientes llegan a su consulta por su incapacidad para ser felices, en un momento en el que si no consigues serlo y ves cómo el mundo falsamente lo proyecta, te lleva a hundirte. Si a uno mismo no le gusta quién es, cómo es, o el momento que vive, es habitual que no se proyecte en las redes, y hoy, si no estas en las redes, no existes. Tenemos en internet un salvavidas y una trampa, y aprender a manejarse es harto difícil. Pasará un tiempo hasta que la gran mayoría de nosotros encuentre el estado lógico en el que mostrarse, y hasta entonces habrá un indeseable número de víctimas en mil campos que será imparable.

@JC_Alberto